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Una mirada más allá del COVID, por Guillermo Ulacia

La importancia de prepararse ya para salir de la crisis económica provocada por la pandemia

La crisis de salud sitúa como primera actuación estratégica la aplicación de medidas desde los gobiernos, sistemas sanitarios y ciudadanos para salvar vidas. Sin embargo, subyacente a este pico del iceberg, observamos que la crisis tendrá efectos e impactos de corto, medio y largo plazo en el desarrollo socioeconómico muy importantes. Quizás, por ello, es necesario plantear las respuestas adecuadas a los posibles efectos teniendo en cuenta el horizonte temporal de cada uno de ellos.

Comencemos reconociendo que la crisis global como consecuencia de la rápida expansión del COVID-19 en la mayoría de los países del mundo no es comparable con las anteriores crisis económico-financieras. En realidad, se produce, prácticamente al mismo tiempo, una crisis sanitaria y de salud junto con una crisis socioeconómica sin precedentes.

Los académicos e investigadores nos plantean dos fases para conceptualizar esta crisis. La primera, está basada en que los parámetros de la economía y la sociedad han cambiado, no se pueden catalogar de normales, ya que una parte importante de su actividad esta aletargada. Podemos definir esta fase como la de resistencia ante la pandemia. Es una fase crítica en la que las políticas reactivas desde los gobiernos tratan de minimizar las consecuencias en el corto plazo para sobrevivir al shock.

Un estudio estratégico de PWC sobre el COVID-19 en China, después de 55 días de confinamiento, destacaba que los sectores mas afectados fueron el turismo, transporte y ocio, y, a modo de indicadores, señalaba que la ocupación hostelera había descendido un 90 % o el transporte de pasajeros el 80 %; el comercio era otro de los sectores con un descenso de ventas minoristas del 30 % mientras que las ventas on line crecieron un 3 %. Otras dos áreas de actividad afectadas son la construcción y la industria/automoción con un descenso en la obra nueva residencial del 23 %, una disminución de las ventas de automóviles del 66 % y una baja de la producción industrial del 16 %. Lo que evidencia que este factor externo que es el COVID-19 está dando lugar a fuertes impactos económicos de oferta y demanda que se retroalimentan entre ellos y aún puede ser mayor si el sistema financiero también acaba contagiándose.

Después comenzará la segunda fase de reconstrucción y renovación de la economía y la sociedad. La pregunta clave es ¿Cómo podemos prepararnos desde hoy para afrontar las renovadas crisis socioeconómicas que el futuro nos depara?

Los desafíos identificados hasta este momento, tales como la demografía, la revolución digital y la emergencia climática están íntimamente relacionados con los impactos del COVID-19 y, consecuentemente con las respuestas desde ahora a medio y largo plazo.

Europa, a través del Pacto Verde, está comprometida a transformar la economía para conseguir un desarrollo sostenible y durante este periodo de pausa, que estamos experimentando de manera intensa, hay determinados procesos que aceleran algunas soluciones para alcanzar ese objetivo. Me refiero al aumento de la productividad por la aplicación de nuevas formas de trabajo, la reducción de emisiones derivada del teletrabajo o la introducción de patrones de consumo más sostenibles. Las cadenas de valor globales se deben reinventar para definir nuevos sistemas equilibrados en el uso de energía y materias primas. Sin olvidar que se ha precipitado la necesidad de cambios profundos en los ámbitos de educación, sanidad, alimentación, comunicación y movilidad.

La complejidad de este endiablado momento coloca a los responsables de las políticas públicas ante el desafío de realizarlas en su justo plazo con inteligencia y flexibilidad. El impacto, como estamos observando, es desigual por sectores y empresas. Para algunos será más sencillo volver a su actividad normal mientras que para otros que será más difícil y complicado.

Lo positivo es que ya existe mucho conocimiento sobre como hacer cosas de manera diferente. Desde los centros de innovación empresariales, centros tecnológicos y clústeres, por ejemplo, Metaindustry4, se divulga y promociona la incorporación de nuevas tecnologías relacionadas con el teletrabajo, la realidad virtual o la manufactura robótica, a las cuales, tendremos que sumar la telesalud y la educación on-line como nuevos modelos y tecnologías que se aceleran en esta segunda fase de renovación.

Las organizaciones intermedias, como los clústeres o las agencias de desarrollo local tendrán un papel aún más clave es este nuevo escenario mediante la dinamización de mayor conectividad entre las empresas para construir nuevas cadenas de valor y el desarrollo de prospectiva e inteligencia competitiva entre los sectores y empresas.

Es tiempo de liderazgos compartidos, de procesos colaborativos entre gobiernos, universidades, empresas y agentes socioeconómicos. Las respuestas a la actual y futuras crisis socioeconómicas se deben generar desde dinámicas transformadoras que además de atender a los retos sociales, generen valor económico al territorio, sus empresas y sus ciudadanos. Seamos proactivos y demos el primer paso ya.

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