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Confinamiento líquido

Las ONG a nuestro rescate, la lección de pasar de ser ayudadores a ayudados

El sociólogo polaco-británico Zygmunt Bauman hablaba de "modernidad líquida" para referirse a la mentalidad actual que asume la inestabilidad como esencia de vida. Nos afecta colectiva e individualmente en todos los planos; aceptamos con asombrosa facilidad que nada es para siempre. En el mismo saco metemos gobiernos, empresas, trabajos, amores, amigos o creencias. Todo fluye.

Pero ¿y si el asunto del fluir contuviera una trampa interesada? Bauman advertía sobre ese lado inquietante: aunque aparentemente el cambio da intensidad a nuestras vidas, paulatinamente también nos genera una profunda ansiedad, nos sume en la superficialidad y, sobre todo, nos precariza. Desde lo económico hasta lo personal.

En realidad, querríamos sólido lo que nos da seguridad y líquidos los placeres renovables. Lo estamos confirmando ahora, sumidos en una realidad irreal de la que decimos que saldremos con ganas de cambio pero íntimamente anhelamos las viejas certezas sólidas. Hay flujos que nos aterran. Fluir, por ejemplo, hacia la pérdida del confort o directamente hacia la pobreza.

Por primera vez en su historia, Unicef España ha tenido que organizar un operativo de ayuda con material sanitario dentro del país. Cruz Roja ha orquestado la mayor movilización de recursos para acoger o trasladar personas, entregar bienes de primera necesidad, atender a quienes son ahora vulnerables. Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo han tenido que asesorar a nuestras administraciones en logística humanitaria y hospitales de campaña. El asturiano José Andrés supervisa desde Washington el reparto en España de miles de comidas diarias a través de su oenegé World Central Kitchen.

Reparé en este cambio de roles hace unos días cuando dos voluntarias de Cruz Roja Juventud recogieron en el CIFP de Comunicación, Imagen y Sonido de Langreo ordenadores en préstamo con destino a diversos puntos de Asturias donde alumnos y alumnas los esperaban para poder seguir sus clases. Dinámica de fluidos, de ayudadores a ayudados. Creíamos que nunca ocurriría. Modernidad líquida, sí, pero igual no tanto.

Quizás este ataque de liquidez nos vuelva más empáticos. Cómo me gustaría escuchar la opinión de Bauman sobre el hoy. Sólo puedo tomar prestada su visión del mundo para proponer profundizar en los sólidos y líquidos de nuestra vida y decidir después qué queremos permanente y qué dejaríamos fluctuar.

Más allá de la lejía diluida, nuevo aroma de nuestras casas. O del desinfectante que el esperpéntico, zafio e ignorante Donald Trump inyectaría experimentalmente a los enfermos. Excepto a sí mismo, claro, único cuerpo sólido en su universo.

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