La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Diario pop

Dua Lipa: regresar al futuro

La crisis económica que se avecina y la que empezó en 2008

Es probable que nunca hayamos tenido una sensación tan aguda de haber perdido el futuro. Quiero decir que sentimos esa extraña premonición autocumplida que nos anuncia que el pasado se ha convertido en nuestro futuro más inmediato. Hablo de la crisis económica del 2008, incluso de la posibilidad de que realmente no haya futuro, parafraseando a los "Sex Pistols". Vivimos acechados por el peor de nuestros pasados y por todos los futuros perdidos. Es el temor que nos produce aceptar que el futuro está lejos de nuestras manos. En realidad, el futuro ha estado siempre fuera de nuestro alcance pero, hasta ahora, lo habíamos percibido como un tiempo para el que estábamos predispuestos y preparados.

En el mundo mainstream, ha sido la cantante de ascendencia albanokosovar Dua Lipa quien nos adelantó con su último disco, lanzado días antes de que China iniciara su cuarentena en Wuhan, esa extraña sensación del "fin de todo", rubricándolo bajo el título "Future Nostalgia", un agregado disco-pop de temas, con unos cuantos samplers ochenteros perfectamente reconocibles, que nos hablan de una mujer empoderada a la que, paradójicamente, le atormenta el fantasma heteropatriarcal del amor romántico. Lo más interesante de "Future Nostalgia" no es la música, sino los videoclips que escenifican una visión ingenua e infantil del presente, mirando a los ochenta-noventa de una manera descarada y casi pornográfica del dinero, desintegrando la fantasía juvenil en una serie de imágenes fragmentadas e inconsecuentes en las que sólo prevalece una mirada centelleante de lo que fueron entonces las discotecas, la moda, el sexo, yuxtapuestos de manera casi arbitraria.

Mirar hacia atrás se ha convertido en la fuerza predominante para avanzar hacia el futuro. Por supuesto, en el disco de Dua Lipa no se habla de las reconversiones industriales, de la transformación política de Europa, del sueño perverso de la heroina, ni tampoco de la segregación social de los gays precondicionada por otra epidemia como lo fue el VIH en aquella década, porque en la incorporación de los estilos del pasado, la nostalgia nos juega siempre malas pasadas.

Para contrarrestar los niveles de azúcar y cocaína en sangre que me produce Dua Lipa, yo también hago mi particular viaje a los 80 retomando el rumbo de lo real con Joy División. Es probable, como afirma Mark Fisher en "Los fantasmas de mi vida", que la banda de Ian Curtis captase entonces el espíritu depresivo de nuestro tiempo, como si "estuvieran catatónicamente conectando con nuestro presente, su futuro". Los años 80 también fueron los años del thacherismo y el reagnismo y todo, desde entonces, adquirió el timbre de la propaganda neoliberal. Pero entonces, "Joy Division" no pasó de ser una anécdota sintetizada en dos LP´s. Hoy son el panegírico de una sociedad sometida completamente al control del poder.

Compartir el artículo

stats