Súbanse a la nave del misterio que entramos en territorio de asteroides: Pedro Sánchez propone diversos encuentros hasta la tercera fase, que son cuatro si se cuenta la cero, que es en la que estamos y en la que entramos a partir del 4 de mayo, después de que el sábado corten la cinta imaginaria y salgamos todos en mallas y en tropel a correr la maratón de Nueva York dando vueltas a la manzana a trote cochinero.
Como decía el maestro Puente, si pregunto ¿molesto? Vamos a molestar, pues. ¿Algún genio de la lámpara no abducido podría explicar a qué responde la apertura de hoteles a partir del 11 de mayo si no se pueden desplazar turistas a Asturias hasta sabe Dios cuándo? Salvo que los hoteles se abran para los autóctonos, no hay otra explicación. A la vista de los plazos gubernamentales, se da la paradoja de que un autóctono de Gijón que, pongamos por caso, dispone de una segunda residencia en Llanes, podría alojarse dentro de dos semanas en un hotel de esa localidad pero no será autorizado a ocupar su propia vivienda veraniega, al menos hasta el 25 de mayo. ¿Es razonable semejante disparate?
Por seguir molestando, preguntemos: ¿resultará rentable a muchos hosteleros abrir una terraza al treinta por ciento de su capacidad? A muy pocos, salvo que se amplíe la superficie de ocupación. Pero habrá terrazas que se puedan extender y otras que resulte materialmente imposible. Otra manzana con gusano dentro que el Gobierno deja en la cesta de los ayuntamientos.
Y una última molestia: si el estado de alarma se pretende extender hasta finales de mayo, ¿cómo van a abrir comercios, bares y hoteles si están en ERTE por causa de fuerza mayor mientras dure la alarma? La respuesta, en Cuarto Milenio.
