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Sol y sombra

No se pierdan la primera cláusula

El marxismo de Groucho Marx está otra vez de actualidad. Nadie como Sánchez para interpretarlo desde el momento en que quedó retratado como el más genuino representante de la famosa doctrina del pundonor de "Sopa de ganso": "Estos son mis principios, si no le gustan?tengo otros". La mejor parodia que existe sobre el lenguaje administrativo está en aquella secuencia de "Una noche en la ópera" en la que Groucho se reúne con el representante (Harpo) del tenor Ricardo Baroni (Zeppo) para ficharlo, "la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte?", pero es posible que el Gobierno acabe mejorándola con sus explicaciones a media luz de las fases de la famosa "desescalada" del coronavirus que nos conducirán a la "nueva normalidad". No se pierdan la primera cláusula si no quieren enterarse de nada.

Hemos llegado a un punto en que al Ejecutivo se le está exigiendo de todo. La oposición, del primer al último partido, reclama diálogo, consenso, información, transparencia y claridad, algo que por las razones que sean el Ejecutivo no alcanza a encarnar en una situación realmente complicada. El absurdo seguramente seguirá produciéndose cuando hoy el ministro de Sanidad comparezca de nuevo con el fin de explicar las condiciones para practicar deporte al aire libre el sábado. O en los días siguientes si tiene previsto aclarar cómo se llevará a cabo la reapertura de los comercios señalada para el lunes. El goteo, en vez de una sola explicación práctica y concisa, proporciona dosis de surrealismo y toneladas de confusión.

El lenguaje nos permite expresarnos de muchas maneras; la diferencia entre ir al grano y no hacerlo es lo que separa al marxismo coloquial de la imprecisa cháchara oficial del coronavirus. Groucho, por ejemplo, sí iba al grano, en defensa del acusado (Chico): "Este hombre parece un idiota, habla como un idiota y se comporta como un idiota. No se dejen engañar: es un idiota.".

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