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Billete de vuelta

Más caras las mascarillas, por Francisco García

Sobre la obligación de protegerse boca y nariz en espacios públicos y cerrados, en adelante

Confiemos en que las mascarillas -tan imprescindibles durante la desescalada como innecesarias en el fragor inicial de la pandemia- no se conviertan en el papel higiénico de la fase más próxima a la "nueva anormalidad" que nos barruntan. Que a la llamada del BOE se llenen farmacias, parafarmacias, supermercados y droguerías de ávidos compradores de telas de protección nasal y bucal y se nos venga encima un peligroso desavituallamiento. Y en lugar de mascarillas haya que pedir cascos protectores a las porteras del equipo de hockey sobre patines de Gijón.

Si las mascarillas se convierten en un bien de primera necesidad familiar, estarán sujetas a las leyes de la oferta y la demanda, lo que provocará un aumento de su precio: mascarillas más caras. Y habrá que hacerlas de ganchillo, en punto de cruz, o troceando las sábanas de lino del ajuar de la abuela.

Puede que las mascarillas se conviertan, a partir de ahora, en el nuevo recurso de la moda de los complementos o incluso en argumento ideológico y munición de fogueo en la visceral pugna de las dos Españas, puesto que ya las hay en el mercado adornadas con la bandera nacional al "módico" precio de 15 euros. Tal vez las veamos triunfar este verano en el trozo de playa acotada que nos toque en sorteo, haciendo juego con biquinis y bañadores. Puede que hasta los arenales nudistas pierdan en adelante su encanto, cuando se recomiende encarecidamente adornar a pelota picada con mascarilla, que en boca tapada no entran virus.

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