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Fotografía y ecología

La vida y la obra de Peter Beard

Llega de nuevo a las librerías la hace tiempo agotada edición de la obra que lleva por título "Peter Beard", en la que se recogen fotografías y textos de y sobre este famoso viajero, escritor y artista estadounidense, que falleció hace dos meses en las inmediaciones de su casa de Montauk, en Long Island (Nueva York). Estuvo desaparecido durante 19 días, a causa de la demencia senil que padecía, y apareció muerto en un bosque cercano a su domicilio. "Se fue a morir al bosque, como los elefantes", dijo de él Michael Hoppen, su galerista en Londres.

Beard había publicado, en 1965, "The end of the game: The last word from Paradise", una obra de referencia sobre África, en la que el autor mostraba al mundo unas fotos impactantes sobre la hambruna que, en aquellos años, padecieron miles de elefantes, rinocerontes e hipopótamos en Tsavo East Park (Kenia) y en Uganda.

Nació, en 1938, en Nueva York, en el seno de una familia adinerada, que había hecho fortuna en negocios vinculados a la red de ferrocarriles y al tabaco. Para darse una idea de cómo era el ambiente en el que creció, baste con leer la obra o ver la película "El gran Gatsby". Fue muy amigo de Salvador Dalí, Francis Bacon, Andy Warhol, Truman Capote y Mick Jagger, y tuvo fama de play-boy.

Viajó por primera vez a África cuando tenía 17 años, bajo la guía del explorador, documentalista y bibliófilo Quentin Keynes, hijo del cirujano y erudito coleccionista Geoffrey Keynes, sobrino del economista John Maynard Keynes y bisnieto de Charles Darwin. Así, cualquiera. Beard comenzó a partir de ese momento a hacer fotografías de la vida en la selva, a retratar supermodelos en parajes insólitos, a componer unos diarios muy originales, en los que combinaba fotografías, caligrafía, dibujos y recortes de periódicos, y a montar collages con huesos, piedras y objetos varios.

Es genial su fotografía "I'll write whenever I can", realizada, en 1965, en Koobi Fora (Lago Rodolfo, Kenia), en la que aparece escribiendo dentro de las fauces de un cocodrilo. La casa de subastas Christie's la vendió, en 2005, en casi 70.000 dólares. En 1977, un comité presidido por Carl Sagan eligió una foto del propio Beard, retratado junto a un cocodrilo, para enviarla, entre otras muestras, al espacio, en la sonda Voyageur 2, con el fin de acreditar ante quien las encontrase deambulando por el silencio intersideral, si es que llegara a darse esa circunstancia, cómo era la vida en la tierra.

Cuando acabó sus estudios en Yale, en 1961, se fue a Kenia, haciendo de este país su segundo hogar. Compró unas tierras que lindaban con el cafetal de Karen Blixen, autora de "Memorias de África", y en ellas levantó unas cuantas tiendas de campaña en las que se instaló y en las que trabajó en sus libros y proyectos artísticos.

Peter Beard experimentó en África esa "conversión ecológica" que menciona el Papa en la encíclica "Laudato sí", en la que Francisco pide que, ante la complejidad de la crisis ecológica y sus múltiples causas, se acuda, para hallar soluciones integrales al inmenso problema de la destrucción de la casa común, al arte, a la poesía, a la interioridad, a la espiritualidad y a la religión, ya que las ciencias empíricas no explican completamente la vida, ni el entramado de las criaturas ni el conjunto de la existencia.

Y, entre las artes que han contribuido a que se desarrollase, en la humanidad, un alto grado de sensibilidad ecológica, se halla de modo particular, como han atestiguado Beard y otros captores de la realidad a través de esa prolongación del ojo humano que es el visor de la cámara, la de la fotografía.

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