La Nueva España

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Adanes y Robinsones

Imaginarse uno fuera del capullo de la historia que hay detrás y que lo ha hecho como es no solo resulta un acto de soberbia, sino una tontería. Vale como ficción, o como regla de conducta para tener una vidilla fuera del contexto, o hasta como modo de innovar lo que hay situándose fuera, pero no es verdad y antes o después llegará la resaca, tan fuerte como haya sido la voluntad adánica. Ese resacón explicaría la peripecia de radicales de izquierda que acaban regresando a las antípodas, al borde del fascismo, o notorios anticatólicos que al final piden confesión. Esto viene a cuento de “católicos no creyentes”, expresión usada otro día (tomada de filósofos como Gustavo Bueno) y sobre la que un lector me ha pedido explicación. ¿Qué historia, qué arte, qué literatura, qué ritos de paso, habría en España, para bien y para mal, sin el catolicismo? Ser creyente o ateo es otra cuestión.

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