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La vacuna: el populismo era eso

Si, como es de esperar, el desalojo de Trump de la Casa Blanca concluye felizmente, el mundo podría haberse vacunado de un virus aún más contagioso, peligroso y a la larga letal que el Covid-19: el populismo en su fase rampante. Aunque parezca condenada al fracaso, la última barricada de Trump está formada por decenas de millones de votantes republicanos, dispuestos a creer las mentiras que les cuente un ególatra enloquecido como si fueran artículos de fe. Congresistas y senadores de ese partido, seguramente menos crédulos, están sin embargo secuestrados por su propio electorado, bajo amenaza de caer del escaño a medio plazo. La conexión directa entre el líder y la masa de votantes, obviando la democracia representativa, es siempre así, pues descansa en la pura fe, que mueve montañas y por definición rehúsa el razonamiento. El que en esto no vea el fascismo está ciego.

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