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Paisaje eólico

La intrusión de los molinos de viento en el patrimonio natural y la revalorización ambiental de Asturias

En cualquiera de sus variantes, divisar un paisaje impoluto nos ofrece tranquilidad, armonía, carencia de peligro. Los entornos naturales impactan nuestras almas y retinas con su imponente energía y nos muestran su espectáculo mediante renovadas escenas de esperanza, equilibrio y vitalidad. Además de jugar un papel crucial en nuestra salud mental, el goce espiritual que proporcionan las imágenes de la naturaleza no se puede obligar a sentirlo; es necesario desear, descifrar la gran belleza que encierra y que está en casi todas partes. El secreto es saber verla. Conseguirlo es sensibilidad y/o cultura.

Somos pocos los paisajistas agustinianos: “¿Qué sentido tiene buscar la verdad divina a espaldas del espectáculo que ofrece la naturaleza o fuera de la contemplación de las bellezas de la creación?”. La naturaleza da luz a nuestro interior y es a la vez esa luz íntima la que nos ayuda a su contemplación. Porque el paisaje no es el conjunto de accidentes geográficos, construcciones geológicas y sucesivos mantos de vegetación que nos rodean: es la interpretación sensible, la interiorización de esos panoramas que se ofrecen a la vista y, a la vez, proyección sobre el medio de nuestro juicio estético.

La primera vez que vimos un aerogenerador muchos de nosotros experimentamos una grata emoción, no solo por su sensacional estética sino porque se pensaba que el mundo emprendía respuestas responsables a la degradación del aire por la quema de combustibles fósiles. La paz del paisaje observado no se vio aquella vez alterada porque el “parque” eólico contaba tan solo con unos pocos molinos. El impacto visual no fue demoledor.

Como en medicina, el secreto está en la dosis, que puede ser terapéutica, tóxica o letal. La intrusión de ingentes campos eólicos como los que se necesitarían para paliar el déficit energético o surtir las necesidades de las industrias electrointensivas, choca de lleno con el patrimonio natural, con la revalorización ambiental, paisajística y turística; piezas estas fundamentales para el desarrollo de sectores básicos ya asentados de nuestra economía. Expertos señalan que “El Principado cuenta con valiosos activos para paliar y reconducir las tendencias adversas”. Recursos ambientales, biodiversidad, patrimonio natural y cultural, la menor presión del territorio o la franja litoral más intacta del país, constituyen nuestras mayores riquezas. Asturias es una comunidad “top” en turismo rural.

Una de las últimas obras de Avelino Mallo.

Una de las últimas obras de Avelino Mallo.

En sociedades educadas por y para la tecnolatría son las bases de datos de la tecnociencia las que configuran el paisaje que sucumbe al delirio visionario del tecnonegocio, sabedor que el descenso energético tras el Peak Oil hace imprescindible el giro hacia las energías alternativas. ¿Dinero público con cargo a la deuda de todos para la “nueva” oligarquía empresarial? ¿O fondos australianos que nos plantifican esto aquí para aumentar sus dividendos? ¿Nos pedirán que les cantemos también tonada asturiana en inglés? Esa parece ser la única mirada y se descarta todo tipo de interdisciplinaridad. Sería un estorbo planificar de forma detallada, respetuosa y paciente en unos tiempos de amenazas, alarmas, contextos catastróficos, aceleradas transiciones y de lucrativas redes clientelares, donde lo urgente ha sustituido a lo importante.

Cada molino eólico se convertirá tristemente en un signo externo de poder, mientras la ministra Calviño apunta que en la gestión de los ingentes fondos europeos, la urgencia del reparto no debería reñirse con la eficacia. La agilidad no tendría que implicar descontrol.

Me tacharán de bucólico, de evocar al paisaje idealizando y elevando su realidad sensible por medio de la agudeza o la fantasía. Pero ¿acaso las vistas de Asturias no superan con creces cualquier tipo de ensueño o imaginación?

Además de necesitar mucho suelo, en el entorno terrestre escasean ya las zonas que permitan campos eólicos de máximo rendimiento a razón de su potencia en megavatios generados por promedios de viento en Km/h al año.

El debate sobre la capacidad del sistema para ofrecer soluciones a sus propias devastaciones no se ha extendido a la ciudadanía. “Antes de que aceptemos instantáneamente las energías alternativas como salvavidas ¿no será necesario verificar que flotan?” (From The Wilderness blog).

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