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Ingenieros químicos en la NASA

En memoria de Allan McDonald, director del programa de cohetes de propulsión del “Challenger”

Allan McDonald, durante el proceso de investigación por la explosión del “Challenger”.

El pasado 6 de marzo falleció en Estados Unidos Allan McDonald, director del programa de cohetes de propulsión de la nave espacial “Challenger”, que se desintegró en el espacio a los 73 segundos de su lanzamiento desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida, el 28 de enero de 1986. Fallecieron sus siete tripulantes, entre ellos una profesora que pensaba impartir una clase a sus alumnos desde el espacio, para incentivar su interés por los estudios técnicos.

McDonald se graduó en Ingeniería Química en la Universidad de Montana y comenzó a trabajar para Morton-Thiokol en 1959, una empresa subcontratada por la NASA (Agencia espacial americana). Entre sus funciones se ocupó del aislamiento externo y de los cohetes propulsores de la nave. McDonald y su equipo se opusieron al lanzamiento del “Challenger”, al no firmar su conformidad, dado que aquel día la temperatura ambiente era de -8 ᵒC y los anillos de cierre de la nave se volverían rígidos, no pudiendo hacer hermético el combustible explosivo de los cohetes (algo parecido a lo que sucede con la goma de silicona de una olla exprés, cuando envejece y escapa el vapor de agua). Ante las presiones de la NASA, no se tuvieron en cuenta las advertencias de los ingenieros y se procedió al lanzamiento, que acabaría en tragedia. McDonald estuvo a punto perder su puesto de trabajo y su compañía, ante las amenazas de la NASA de no concederle mas contratos, lo degradó de su puesto directivo. Sin embargo, posteriormente le encargó la misión de fabricar nuevos anillos de cierre, que serían utilizados con éxito en posteriores lanzamientos espaciales. McDonald fue nombrado vicepresidente de la compañía y siguió trabajando en la misma hasta su jubilación.

Con el fin de esclarecer las causas del accidente, el presidente Reagan encargó la tarea a la comisión Rogers, en la que participaron, entre otros, los astronautas Neil Armstrong y Sally Ride y el brillante físico y premio Nobel, Richard Feynman. La comisión ratificó las advertencias de McDonald, e incluso Feynman, en sus intervenciones públicas, hacía una demostración experimental de lo que sucedía a los anillos de cierre a bajas temperaturas.

Una vez jubilado, McDonald escribió su libro “Truth, Lies, and O-rings” (Verdad, mentiras y los anillos de cierre), e impartió numerosos seminarios a estudiantes de ingeniería y directivos de empresas, sobre ética en la toma de decisiones.

Personajes íntegros, como Allan McDonald, se mantuvieron firmes en su dignidad rehusando firmar la autorización para el lanzamiento del “Challenger” y dando a conocer el encubrimiento en el que estuvo implicada la NASA

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Tareas de los ingenieros químicos en la NASA. Normalmente se asocia al ingeniero químico con la industria química, el refino de petróleo, la producción de combustibles a partir de recursos naturales y con todos aquellos procesos en que interviene una reacción química o un proceso de separación a gran escala. Lo que le permite ampliar su campo de actividad a industrias farmacéuticas, agroalimentarias y de medio ambiente. Sin embargo: ¿qué funciones puede tener un ingeniero químico en las industrias espaciales? No hay que ser un experto para pensar en procesos en los que interviene la termodinámica, la modelización del flujo de fluidos complejos, las técnicas de separación, las reacciones químicas (como la combustión), el control de procesos, el diseño de árboles de fallos para el análisis de riesgos del sistema, y por supuesto, la obtención por métodos químicos de nuevos materiales (¡como las placas externas de las naves y anillos de cierre!).

En la exploración de Marte, iniciada recientemente in situ, al igual que en otras misiones espaciales, un problema clave es la disponibilidad de agua. La Química y la Ingeniería Química conocen, desde hace mas de un siglo, vías para su obtención en condiciones extremas, como la reacción de Sabatier, que proporciona metano y agua a partir de hidrógeno y dióxido de carbono, o la reacción inversa del gas de agua, en la que con hidrógeno y dióxido de carbono se obtiene monóxido de carbono y agua.

Un área de un interés ilimitado y con un desarrollo exponencial es la tecnología de membranas. Estos materiales plásticos, cerámicos o metálicos han tenido numerosas aplicaciones desde hace varias décadas, para producir agua potable en las plantas de desalinización y a partir de aguas contaminadas. Son también elementos básicos en equipos de diálisis para tratar a enfermos renales o en la oxigenación de membrana extracorpórea, para aliviar las insuficiencias respiratorias. En la industria espacial permiten el suministro de agua potable y energía, y se emplean en el tratamiento de residuos y la limpieza de la atmósfera ambiental (eliminando el dióxido de carbono de la cabina de los astronautas). En todos estos procesos han trabajado en los últimos años un buen número de ingenieros químicos, cuyos resultados han encontrado aplicaciones no solo en las misiones espaciales, sino en la solución eficaz y económica de muchos problemas del planeta Tierra.

Lecciones de Allan McDonald. Las lecciones de McDonald, aunque no fuese escuchado, pueden resumirse en dos: 1. Rehusar firmar la autorización para el lanzamiento de la nave espacial, dando sus razones y 2. Dar a conocer el encubrimiento en el que estuvo implicada la NASA. Ha habido muchos fallos en el lanzamiento de naves espaciales en varios países, pero nada relevante se suele hacer público sobre las causas, a pesar de que la transparencia serviría para prevenir accidentes en otras bases de lanzamiento.

La transparencia y la verdad contribuyen a dar confianza a la sociedad y, para conseguirla científicos e ingenieros tienen una gran responsabilidad, que de no ejercerla tendrán un cargo de conciencia para el resto de su vida. Con frecuencia, cuando sucede algún accidente o acto terrorista se encomienda a un tribunal de justicia dirimir las responsabilidades, sin disponer de un detallado informe científico-técnico independiente, con lo que la resolución judicial queda sembrada de dudas y de descrédito para las instituciones.

Personajes íntegros, como Allan McDonald, se mantuvieron firmes en su dignidad, aunque no pudieran evitar el terrible accidente. Algunos han calificado su conducta de heroica, si bien nunca recibió honores, ni siquiera una placa de reconocimiento, pero tuvo la gran satisfacción personal de cumplir con el código ético del AIChE (Instituto americano de ingenieros químicos”): “Un profesional es aquel que, por razón de su educación, experiencia, capacidad intelectual e integridad moral, es plenamente consciente de la responsabilidad personal de dedicar su cualificación y conocimientos al servicio de la sociedad y la profesión”.

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