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Susana Solís

Futuro Europa

Susana Solís

Un certificado para reactivar el turismo seguro

Un año largo de pandemia, toda una eternidad inacabada de sufrimientos personales, de crisis sanitaria y económica, está entrando en una nueva fase. A pesar del lento ritmo de vacunación en la mayoría de los países de la Unión Europea, incluyendo España, empezamos a ver como nuestros mayores y el personal esencial –sanitario, educativo, de seguridad– reciben las vacunas, y ya comenzamos a plantearnos cómo será el mundo post-covid. Desafortunadamente, falta todavía tiempo hasta que este mundo llegue. Mientras, hay que buscar soluciones a los distintos problemas que nos presenta la pandemia.

La libre circulación de los ciudadanos europeos es uno de los pilares de la UE. Este largo año hemos visto con estupor cómo la pandemia ha limitado la libre circulación, y desde Europa se está intentando solucionar el problema. La semana pasada, la Comisión Europea ya dio una pista al proponer una cartilla de vacunación que se ha bautizado como Certificado Verde Digital.

Está claro que, después de este año y teniendo en cuenta lo que todavía nos queda, necesitamos un poco de esperanza. Creo que este certificado nos la da. A las puertas de Semana Santa y con un cierre perimetral en casi toda España, la nostalgia –y la economía, claro– animan el deseo de volver a viajar, de volver a ver el ajetreo de los turistas en nuestras playas, restaurantes y hoteles.

El Certificado Verde Digital, según el planteamiento de la Comisión Europea, tendrá un formato de código de barras QR para garantizar su seguridad y autenticidad. Estará disponible tanto en de forma digital como en papel. Será gratuito y válido en todos los Estados miembros de la UE.

¿Qué nos dirá este Certificado? Tres cosas: la primera es si la persona ya ha sido vacunada contra la covid-19; la segunda, si se ha realizado una prueba cuyo resultado ha sido negativo, y la tercera, si esa persona se ha recuperado de la infección. El documento incluirá únicamente aquellos datos personales considerados esenciales: el nombre, la fecha de nacimiento, la fecha de expedición, información pertinente sobre la vacuna, la prueba y la recuperación y un identificador único.

En el Parlamento Europeo llevamos meses trabajando en esta propuesta, liderada por dos de mis compañeros, Soraya Rodríguez y José Ramón Bauzá, con el objetivo de poner en pie un instrumento de salud pública que sirva como marco de confianza común, que sea interoperable y que, al mismo tiempo, garantice una protección de datos rigurosa y proteja la libertad individual. Con ello, entre otras cosas, se quiere reactivar el turismo en Europa, evitando cuarentenas y test para quienes ya estén vacunados y sin discriminar a ningún ciudadano. Esta es una de las claves: no se puede permitir un trato discriminatorio a aquellos que todavía no estén vacunados.

El certificado se ha diseñado como un instrumento temporal, en vigor mientras la Organización Mundial de la Salud no declare el fin de la pandemia. La cartilla deberá contribuir a la gestión a largo plazo de la covid-19, mejorando el conocimiento sobre el estado y seguimiento de la vacunación a nivel europeo. Además, permitirá reunir y manejar información muy valiosa: qué vacunas se han puesto los ciudadanos por territorios, las dosis, a qué grupos poblacionales se les ha inoculado, así como los posibles efectos de la vacunación. Contar con estos datos y comprenderlos permitirá a los países europeos tomar decisiones sobre cuándo y cómo pueden relajar las medidas impuestas para contener al virus.

Otra ventaja importante: el certificado supone una oportunidad para crear un sistema europeo de salud más unificado, de forma que sirva como base para incluir todas las vacunas voluntarias de forma electrónica en el futuro. Es algo fundamental: esta pandemia nos ha permitido ver la importancia de trabajar juntos y construir las bases de una Unión Europea de la Salud que permita a los 27 países colaborar para detectar, prepararse y responder juntos a futuras amenazas.

Hay, por último, un elemento fundamental: la UE ha tenido aciertos y equivocaciones en este último año. Para que los nubarrones –muy oscuros– que ha habido y hay en el proceso de gestión de las vacunas y la vacunación no desemboquen en tormentas contra la credibilidad del proyecto europeo, es necesario corregir los errores de análisis, decisión y coordinación que hemos sufrido.

La Comisión ha hablado; ahora nos toca a nosotros. Tanto el Parlamento Europeo como los países de la UE debemos aprobar la propuesta; estos últimos deben desplegar la logística, en términos de expedición y verificación de los certificados. El objetivo será que, ya en verano, la Comisión haya establecido la infraestructura necesaria para facilitar la autenticación de los certificados digitales verdes. Tengamos esperanza: estamos en primavera, ya llega el verano.

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