La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

La utilidad del periódico

Durante la fase más dolorosa de la pandemia, cuando el incremento insoportable de los fallecimientos obligó a confinar a la población, el periódico se mantuvo como un producto esencial. El matutino sostuvo sin mácula su compromiso diario con los lectores y así ha sido durante este año largo de angustia y congoja. El papel estuvo en su lugar a la hora prevista, contándole en tiempo y forma a la gente lo que le estaba pasando al mundo, pues nunca antes una crisis sanitaria inesperada había hecho tabla rasa universal de clases sociales y países, igualando a personas y naciones en el padecimiento.

Un redactor emérito de “Le Monde” acuñó una de las frases más afortunadas que se han escrito de lo que debe ser un periódico: “Una ciudad artificial creada para que el lector pueda recorrerla sin tener que abrir los ojos”. Confianza ciega de sus lectores se ganan los periódicos gracias a la fiabilidad de sus informaciones, máxime en una época de noticias falsas, interpretaciones interesadas, polarización y estúpidos exclusivismos.

En estos tiempos difíciles el mejor periodismo practica el “fair play”, que viene a ser un híbrido de subjetividad medida y buena fe. En su formato tradicional, el periódico sufre las consecuencias de la asfixiante explosión informativa: el mundo entra a cada momento en cada casa y en cada aparato móvil por la ventana de los medios de comunicación y las redes sociales, de tal manera que la información nos bombardea y nos persigue a todas partes. Y hay que saber separar el grano de la paja.

En cada época de cambio, para sobrevivir las profesiones tienen que readaptarse. Para la nuestra, la respuesta puede encontrarse en la utilidad: el periódico se antoja un objeto cotidiano y necesario como un electrodoméstico: no se puede vivir sin frigorífico, sin lavavajillas ni microondas.

Compartir el artículo

stats