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Xuan Xosé Sánchez Vicente

¿Cuántos muertos pondrá el Gobierno?

La inacción de Pedro Sánchez ante el final del estado de alarma

Que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?

El 17 de abril publicaba aquí, en LA NUEVA ESPAÑA, un artículo que llevaba por título “Su salud les importa un 3,1416”, una forma elusiva de decir con un término más expresivo y vulgar lo poco que importa, en la práctica, al Gobierno la salud de los españoles. Pronosticaba yo allí lo que después pasó, que no habría prórroga del estado de alarma, y que la razón no era que quienes nos gobiernan diesen por superada la pandemia para el 9 de mayo, fecha término de la citada situación jurídica, ni que estimasen que los riesgos serían pequeños, sino que los movía su exclusivo interés político: no someterse al desgaste de negociar otra declaración de excepcionalidad, no exhibir que carecían de apoyos entre quienes hasta entonces los habían apoyado (caso de ERC, por ejemplo), no cargar con la responsabilidad de una medida fatigosa e impopular, que echan ahora en las espaldas de las autonomías. Que ello era así, lo ha confirmado el ministro de Justicia en una televisión hace pocas fechas: “ya sabe lo difícil que es conseguir apoyos para declarar el estado de alarma (por eso no lo intentamos)”.

Según decíamos allí, y como opinan la mayoría de los juristas, la ausencia de ese instrumento legal, impide a las autonomías dos cosas al menos: los cierres perimetrales y el toque de queda, y, en todo caso, cualquier medida que intenten tomar debe estar sometida al arbitraje o a la arbitrariedad de los tribunales de cada comunidad.

Como ustedes saben, presidentes de comunidades de todo pelaje reclamaron a PSOE-Podemos que ampliase el estado de alarma o, subsidiariamente, que dotase de instrumentos legales a las comunidades para poder legislar al respecto. PSOE-Podemos tampoco ha querido hacerlo, pese a que así lo negoció con el PNV y Cs cuando apoyaron la declaración de estado de alarma y a que el propio Pérez-Castejón publicó que era necesario. No lo hicieron por las mismas razones políticas, y, a última hora, dieron a luz una norma derivando las reclamaciones sobre las decisiones de los Tribunales Superiores de Justicia al Tribunal Supremo, una norma de cuya legalidad duda el propio tribunal y cuya efectividad, al dilatarse los plazos para poner en práctica medidas efectivas, va a ser limitada, si es que el Supremo no estima que ciertas restricciones no pueden establecerse más que a través del estado de alarma.

Las plantillas médicas están agotadas, con las vacaciones cercanas y con atrasos espectaculares en las operaciones (en 18.000 cifra LA NUEVA ESPAÑA su número en el año pasado)

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El Gobierno PSOE-Podemos actuó y actúa así con un cálculo que es fácil que sea erróneo: que el avance de la vacunación limite en mucho los contagios o, al menos, no los lleve a cifras absolutamente escandalosas. Pero no parece verosímil que antes de finales de julio o agosto –a pesar de lo bien que van las vacunaciones– haya un número suficiente de españoles vacunados como para limitar casi a cero la transmisión del virus. De modo que bien podemos volver a vernos en situaciones límite. No es una predicción personal, es un temor que han manifestado presidentes de autonomías, virólogos, colegios de médicos, especialistas en medicina comunitaria… ¡Ojalá estemos todos equivocados, pero…!

Y ya ven ustedes cómo ha sido el final del estado de alarma en parte de la opinión pública, tal que si hubiese acabado la pandemia. Y las decisiones de los tribunales de cada lugar y de los fiscales respectivos son según el genius loci: en unos sitios dan por bueno el toque de queda o el cierre perimetral y en otros, no. Fíjense, de este modo, los habitantes de Euskadi, donde la transmisión del virus es la más alta de toda España, pueden viajar a Llanes, por ejemplo, con los peores índices de Asturies.

Y todo ello, además, con las plantillas médicas agotadas, con las vacaciones cercanas, con atrasos espectaculares en las operaciones (en 18.000 cifra LA NUEVA ESPAÑA su número en el año pasado), con las citas médicas presenciales prácticamente eliminadas. ¡Como para volver a situaciones anteriores por salvar el culo del Gobierno!

Lo dicho, nuestra salud les importa un 3,1416, o tal vez piensen en aquel verso final del “Canto a Teresa de Espronceda”. ¿Cómo decía?

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