Habrá cuestión catalana para rato, tal vez para siempre, pero da la impresión de que al independentismo se le ha pasado el arroz. Las baladronadas del tipo “lo haremos otra vez” resultan molestas, sobre todo para los que han asumido un alto coste político otorgando los indultos, pero hay en ellas un tono de niño enrabietado que les quita solvencia. Los que las profieren saben de sobra que el actual Gobierno es su única oportunidad para una retirada airosa tras la batalla perdida, y que si la apuesta de las palomas no triunfa lo que venga detrás será la línea dura de los halcones, ya perchados en los cables. Solo una catástrofe económica que echase a la gente a la calle con mayor virulencia abriría un escenario en que el separatismo tuviera a medio plazo alguna opción de triunfo. Así que al infantil “lo volveremos a hacer” bastará de momento con responder con el título de este billete.
