He seguido su rápida enfermedad día a día. Hablábamos hasta que no pudo hacerlo.
Era mi gran amiga, nos profesábamos cariño, afecto y amistad desde hace más de medio siglo.
Persona especialmente amable, de fe profunda, generosa, discreta y sencilla. De visión siempre inteligente, lúcida y serena.
Con ella he compartido muchísimas horas y más desde su vivir en Ribadesella, lugar que ella adoraba.
Hoy es para mí un día muy triste y busco alivio en mi soledad que se llena de sentimientos y recuerdos compartidos y en esa meditación no puedo contener lágrimas de dolor que se hacen rezo y oración en su despedida.
Un gran abrazo, amiga.