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Penúltimos días de playa en el norte

Incluso en el Cantábrico, en los no muchos días de julio y agosto en que reina el sol carga de veras su peso sobre el cuerpo, que busca la compensación de la brisa. Hacia mediados de septiembre es al revés, el menor peso de la luz provoca sensación de ligereza y el cuerpo succiona el sol para compensar el aleteo de la brisa marina. Esa ligereza es también la de las obligaciones, que aún no se han impuesto con fuerza y permiten posponerlas un poco, o la del propio vano que se forma entre el final del verano y el inicio del otoño, una tierra de nadie en la que el calendario no se ha hecho cargo del todo de sus presos. Con el mar casi en calma conteniendo todavía su fuerza, las velas de los barcos hinchadas solo lo justo para no flamear y la gente paseando con esa dejadez de los últimos días de algo, la luz debilitada coloreaba la imagen misma del equilibrio. Luego empezaría a llover.

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