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La reforma del Estatuto de Autonomía

La oficialidad es la clave del cambio de la norma, que finalmente debería someterse a consulta popular

Los padres del Estatuto (todos eran hombres y esa perversión de la democracia ya no será repetida) han advertido del carácter especial que tienen todas las reformas estatutarias, por afectar a una norma constitucional. Toda la sociedad democrática asturiana debe verse representada en nuestra primera norma. Por eso, el proceso de la reforma es tan importante como el contenido de la misma. Las normas constitucionales son la condensación de la cultura democrática en una norma legal, por tanto, el procedimiento de su realización no es una característica accesoria, sino un requisito fundamental. El resultado final del proceso político de elaboración del Estatuto debe reflejar la pluralidad cívica y política de la Comunidad. Es decir, el Estatuto debe ser un ejercicio de síntesis y equilibrio democrático.

Por tanto, todo esto la reforma ha de estar formalmente residenciada en la Junta General. El parlamento tiene que ganar espacio y protagonismo en un sistema político ya polarizado que, por haber adquirido esta característica, ha deteriorado la democracia. En segundo lugar, requiere discreción y alejamiento de la presión mediática hasta el momento en que tengan que explicarse sus conclusiones y someterlas a un proceso democrático de información y ratificación. Por otra parte, hay que garantizar un proceso deliberativo previo de alto nivel político y técnico, por eso, como sucedió hace cuarenta años, es necesario un diálogo inicial entre pocas personas con conocimiento exhaustivo que puedan presentar sus conclusiones. Nada de esto está planteado, por eso, puede ser que una gran parte de la sociedad asturiana le dé la espalda al futuro texto estatutario.

Una vez que la mayoría de la derecha democrática rechaza toda reforma que incluya la oficialidad del asturiano para proteger los intereses de Asturias no se habría de acometer una reforma amplia de nuestra norma fundamental. Sin el concurso del pilar conservador, aunque esta ausencia sea voluntaria y consecuencia de un veto excluyente, el Estatuto pierde su función integradora. En materia constitucional no se debe avanzar sin los conservadores y, mucho menos, contra los conservadores. Esa es nuestra cultura política, la que dio lugar al pacto del 78.

Por tanto, aunque se quiera ocultar, es sólo la protección de nuestra “llingua asturiana” el objetivo político principal de la modificación estatutaria. Hay que subsanar este déficit democrático inaceptable de nuestro Estatuto. Las normas constitucionales protegen derechos y, en la norma fundamental de Asturias, los de aquellos que quieren expresarse en asturiano, una de las dos lenguas de Asturias, están conculcados objetivamente. Este es un Estatuto constitucionalmente mutilado.

Por esto, IU no propondrá en la negociación otros aspectos distintos al de la oficialidad del asturiano, incluidos aquellos que son de justicia democrática, como asegurar un sistema electoral justo y proporcional o la protección de los derechos sociales. Todas esas cuestiones necesitan, para que perduren en el tiempo, un proceso como el anteriormente descrito. A la reforma para la garantizar la oficialidad la puedan acompañar mejoras de carácter técnico u otras reformas de carácter instrumental que el tiempo exige para mejorar la gobernanza y que no ofrecerán ninguna controversia, pero un sentido democrático inteligente aconseja detener el alcance de la actual reforma en ese punto. La necesaria reforma amplia del Estatuto debe esperar a que se saque de la ecuación la oficialidad, una vez que haya sido legislada.

Por otra parte, una vez ausente la derecha, buscar el acuerdo de, como mínimo, 27 diputados y diputadas sobre temas políticos generales puede dilatar en exceso las discusiones y hacer encallar la reforma aquí o en el Congreso. Las diferencias ideológicas serán luego utilizadas como excusa para justificar el porqué de un proceso fallido. IU no está dispuesta desenfocar el objetivo principal y no aceptará “enguedeyos” que utilicen otros contenidos para ralentizar el proceso. IU no obstaculizará ninguna propuesta que, previo acuerdo mayoritario, acompañe a la oficialidad del asturiano.

Dos apuntes finales: nadie se opondrá a reformar de forma inmediata todo lo que sea necesario para que el Estatuto represente a las mujeres y que esa parte de la sociedad pueda sentir esa norma como suya. Eso sí que no puede esperar. Y por supuesto, el Estatuto, una vez culminado el proceso de reforma, debe ser refrendado por toda la Comunidad pues es hora ya de que Asturias abandone la vía lenta del autogobierno y se sitúe a la altura de las comunidades más avanzadas. El federalismo es igualitario y democrático.

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