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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Calçots y merluza a la vasca

Cuando Sánchez anuncia que se abre a retocar el decreto de la luz, ábranse en canal, que habrá calambrazo. Asturiana de Zinc avisó hace semanas de que se vería obligada a reducir su producción en horas punta a causa del elevado coste de la factura eléctrica. Nadie rechistó en el entorno del Gobierno, más preocupado entonces por cerrar el acuerdo presupuestario con los socios del monstruo de Mary Shelley que por prestar oídos a la legítima queja asturiana. El lamento empresarial de esta región quedó como la niebla del Huerna: estampado contra el muro calizo de la Cordillera. ¿Qué peso tiene Asturias más allá de Pajares? Menos que un balón de playa.

Fue sin embargo amenazarse desde el País Vasco con el apagón de la siderurgia de Basauri y entrarle al Presidente un tembleque de piernas de adolescente americano al tocar el timbre de la casa de la novia a pedir cita para el baile de fin de curso. Los nacionalistas tienen de nuevo la sartén por el mango, las tajadas y el caldo: de su voto depende la estabilidad del Gobierno. ¿Cómo no va a preferir Sánchez pà amb tomàquet y calçolts a una indigesta fabada? ¿Una cazuela de merluza a la vasca que unos fritos de pixín?

Basta que los socios territoriales amaguen con retirar su apoyo al PSOE a cuenta de la luz para que el jefe del Ejecutivo corra a encenderle velas a San Sabino Arana y a Lluís Companys, que en gloria estén.

En este país, y no es de ahora, se gobierna por enchufe. O más bien hay enchufados que reciben mayor trozo del pastel presupuestario a cuenta de su apoyo. Hay que mantener en pie y a toda costa los palos del sombrajo. Durante décadas, y sin mayorías absolutas, ha sido lo más corriente. Sea corriente alterna o continua.

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