El 14 de junio se conmemora el Día Mundial del Donante de Sangre, una fecha a la que Asturias, a pesar de ser la tercera comunidad autónoma en número de donaciones, llega este año con escasez de reservas.
Un dato que debe invitarnos a la reflexión, sin menoscabo de reseñar la importancia de la donación, una parte fundamental de nuestra cadena de salud, tal como constatamos estos días, cuando ante el aumento de la actividad quirúrgica y con un mantenimiento del nivel de donaciones, vemos peligrar el equilibrio que tradicionalmente veníamos manteniendo.
Al margen de la coyuntura actual, que ha de entenderse en su contexto, a través de mi vinculación con las distintas asociaciones de donantes de Asturias he podido observar un paulatino aumento de la edad de los donantes, mientras que los jóvenes se acercan con cierta timidez al acto de la donación. Los donantes conformamos un pequeño porcentaje de la población, lo que obliga a mantener una permanente campaña de divulgación y concienciación con el objetivo de acercar el valor del altruismo a todos aquellos que aún no han dado el paso.
Es necesario que todos y todas nos involucremos y empecemos a reconocer cada vez más la importancia de la donación, que con un simple gesto de no más de 15 minutos, se contribuye a salvar muchas vidas cada día y a mejorar la de otros tantos.
Hasta que no podamos ser capaces de fabricar algún sustituto artificial capaz de suplir las funciones de la sangre vamos a necesitarnos los unos a los otros, sin olvidar que cualquiera y en cualquier momento podríamos vernos en una situación en la que necesitemos de esa solidaridad ajena y anónima en forma de donación de sangre.
Sirvan también estas líneas como reconocimiento y agradecimiento a todos y todas las donantes, y de invitación a que esta labor altruista continúe entre los más jóvenes.
