La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Raúl Suevos

Targeting

Sobre los objetivos en la invasión de Ucrania

Este palabro inglés no va de tarjetas de crédito sino de objetivos, o blancos si prefieren. Es de uso generalizado en el mundo militar moderno y hoy en día alcanza también otros muchos campos; fíjense si no en las audiencias target de los medios de comunicación, o las audiencias target de los partidos políticos. Pero es en el campo de batalla donde desarrolla su definición precisa.

A nivel táctico, es decir, en la zona de combate, las unidades de artillería trabajan con una target list que les habrá llegado mediante las unidades de inteligencia y serán objetivos legítimos; es decir, que no vayan en contra de las leyes de la guerra por su condición de sanidad, cultura, etc. Aunque a veces se produzcan errores, como cuando los norteamericanos bombardearon la embajada china en Belgrado. Un error de targeting dijeron.

Si la tensión aumenta entre dos posibles contendientes sus unidades de inteligencia se apresuran a desarrollar listas de objetivos; y no hay que pensar mucho para deducir que cuando, como Rusia y Ucrania, antiguos miembros de un mismo estado, mantienen una guerra no declarada desde 2014, sus target lists cuentan con una precisión casi absoluta. Se bombardea lo que se quiere.

La penúltima atrocidad ha sido el mortífero ataque con misil a un centro de detención en territorio controlado por Rusia en el que se hallaban los combatientes de la factoría de Azovstal, muchos de ellos pertenecientes al Batallón Azov, rabiosamente nacionalistas y auténticos demonios nazistas para la propaganda rusa. Prácticamente los principales responsables de la “operación especial” de Putin. Ni un vigilante herido.

Dicen Rusia que han sido los ucranianos para impedir que los prisioneros, ante las persuasivas técnicas de interrogatorio se supone, empezasen a contar los secretos militares de Ucrania, aunque es bastante dudoso que los miembros de un batallón sepan mucho de secretos militares una vez que su posición ha caído. Dicen los ucranianos que ha sido el tristemente conocido grupo de mercenarios Wagner para impedir que los prisioneros, llegado el momento, contasen las atrocidades a las que estaban siendo sometidos. Quizás más plausible.

Este objetivo, con los Convenios de Ginebra en la mano, no es legítimo en ningún caso. Pero es muy probable que, con el paso del tiempo y la llegada de nuevas atrocidades, vaya quedando difuminado entre la niebla de la guerra. Aunque estos días, a mí, lo que más me llama la atención es contemplar cómo algunos, aún, y después del cúmulo de indicadores del vesánico ejercicio del poder y la política de Vladimir Putin, y el bestial desenvolvimiento del ejército ruso desde el inicio de las operaciones, aún puedan dar pábulo a la versión de que fue un misil HIMARS norteamericano el responsable de la matanza. Ye lo que hay.

Compartir el artículo

stats