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Jaime Corrales

Yo también comí con Queipo

Mi experiencia con un político que sabe escuchar y más parecido a los de la Transición que a los de ahora

Hace una semana los asturianos conocíamos a través de LA NUEVA ESPAÑA que el secretario general de los populares asturianos, Álvaro Queipo, y el ex secretario general del PP de la época Aznar, Francisco Álvarez-Cascos, compartían mantel en un restaurante castropolense. A buen seguro muchos de los periodistas y analistas políticos de esta región se habrían dado más de un codazo por poder tener una silla en esa mesa, sea lo que sea que se haya hablado en ella, y por si el propio encuentro no fuese ya lo suficiente atractivo para los más curiosos, salen a la luz unos robados que le confieren a todo esto un aura de misterio inusitado, detectivesco y bastante pueril.

Lo cierto es que la tormenta perfecta estaba en marcha. Parece que en el PP aquellos que llevan tiempo queriendo quitarse a Queipo del medio habían encontrado la excusa para ir preparando la guillotina, todo esto con el sonoro y llamativo silencio, quizás cómplice, de la señora Mallada. La pregunta es, ¿por qué una dirección de un partido con aspiraciones de ser alternativa como el PP quiere quitarse del medio a un tipo como Queipo? Yo creo que puedo tener la respuesta, y dado que, señores y señoras, yo también comí con Queipo y, como creo también que hablo por boca de otros muchos alcaldes con los que Queipo también ha compartido mantel en los últimos meses y con los que mantengo contacto fluido, me atrevo a esbozar las razones de este despropósito.

Soy el más antiguo de los alcaldes de Asturias y, solo por eso, he visto pasar centenares de políticos por delante de mí a lo largo de mi vida, por lo que puedo afirmar que hay dos tipos de políticos que uno puede diferenciar a los pocos minutos de compartir mantel: los que solo saben hablar y los que escuchan. Asturias está y ha estado siempre sobrada de políticos que solo saben hablar, comerciales de lo suyo que creen que a la gente de pueblo nos pueden engatusar con facilidad y que lo único que buscan es volver a la capital con el trabajo hecho para que les cuelguen la medalla. Queipo te escucha. De hecho, maneja bien los silencios. Comprendo que, para sus compañeros de partido, descendientes o herederos de la más plana e infructuosa forma de hacer política en Asturias, esto tiene que ser insoportable.

Tiene que ser muy difícil de encajar para aquellos políticos del PP que se dejan llevar por sus inseguridades que Queipo tenga el perfil idóneo para la época Feijóo. Dialogante, conciliador, trabajador, humilde, moderado, enamorado de todo lo asturiano… Si Feijóo buscase al Juanma Moreno asturiano solo tiene que ir a dar un paseo por la ría del Eo.

Como tiene que ser también muy difícil de soportar para sus adversarios no poder atribuir a Queipo ser urdidor de contubernio o cambalache alguno. Lo he tenido frente a mí en varias ocasiones, por lo que hemos charlado, en suma, durante horas. No he conseguido, y confieso que lo he intentado, que me diese una valoración o crítica de lo que acontece en las tripas del PP asturiano. Ni una mala palabra, ni media gota de elucubración. Nunca.

Duro debe de ser también para algunos reconocer que solo cuando Queipo (PP) y Cofiño (PSOE) toman la palabra, el Parlamento asturiano se eleva un poco más.

Queipo no me conocía de nada y, sin embargo, terminamos compartiendo mesa unas cuantas veces porque es un político más parecido a los de la época de la Transición que a los actuales, de los que se preocupan y quieren saber de verdad lo que pasa en tu concejo, que te pide opinión y está dispuesto a modificar la suya si eres capaz de convencerle. De los que aúnan. Me hace gracia que estos días Teresa Mallada animara a sus diputados a pisar las caleyas: debería tomar nota de quienes no las pisaron nunca y saber que algunos no pararon desde que ocuparon sus escaños… Por eso, supongo, algunos en la cúpula popular han sido pillados afilando cuchillos cuando Génova apareció para blindar al castropolense, quien, por otra parte, tiene algo de lo que carecen la mayoría de los políticos actuales: la libertad de poder dar portazo cuando quiera porque no le va el sustento en ello y tiene experiencia profesional fuera de la política. Por eso se comenta por Asturias que el PSOE ve con más preocupación una candidatura a la presidencia de Queipo que la que pueda organizar Mallada…

No sé cómo terminará todo esto, pero yo al menos tengo la satisfacción de poder decir que, efectivamente, yo también comí con Queipo, aunque sin paparazzis.

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