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Urbano Rubio Arconada

Competitividad

Urbano Rubio Arconada

En la ruleta rusa de la recesión

España, el único país de la UE que no recuperó el PIB prepandemia

En el actual periodo de retórica vacía se nos bombardea con palabros sobre el estadio cambiante de la economía. Desde el Gobierno se nos habla de crecimiento. Veamos que nos dicen los datos. Veníamos con las heridas de la crisis del 2008 sin cicatrizar, cuando la gestión económica durante la pandemia nos catapultó a una nueva crisis de la que no nos recuperamos, pues no hacemos más que atesorar las peores ratios incluido el desempleo real con cinco millones entre parados registrados y parados «fantasma».

La OCDE informa que España dispone de la mayor cuña fiscal con la mayor proporción de gasto público superfluo (25%) y la ratio más alta en velocidad en crecimiento de deuda.

El FMI confirma que España es el único país de la UE que no recupera el PIB prepandemia: recesión virtual, con un exiguo rebote de tres décimas en el primer trimestre de este año, de un punto y medio en el segundo y de dos décimas en el tercer trimestre.

La Autoridad Fiscal alerta de una recesión técnica con la caída del PIB en el cuarto trimestre 2022 y en el primero del próximo año. Para todo el año 2023, el Gobierno prevé un exiguo crecimiento del 2,1%, mientras el Banco de España lo estima en un 1,4%, Funcas en un 0,7, Goldman Sachs 0,6% y los economistas que siempre aciertan, el cero coma cero. Es decir, España es la 27 de la Europa de los 27, por detrás, incluso, de Grecia.

Los indicadores de la OCDE son claramente de una desaceleración acumulada en los últimos años lo que se replica con una pérdida de riqueza cuatro veces por debajo de la media europea.

Eurostat reprocha que las autonomías en vez de aportar eficiencia de escala lo que originan son duplicidades con un alto sobre coste que se paga con deuda cuyos intereses se sufragan con más deuda, colocando a la economía española en un escenario de alta inflación y de recuperación inconsistente con alto desempleo y baja productividad.

El BCE ha instado a España a financiar su déficit estructural recurrente acudiendo al mercado libre, ése que está ligado a las famosas «primas de riesgo» y que aúpan los tipos de interés a cifras inalcanzables. A su vez, indica que el país está colocado con el peor desempeño económico del continente, por delante solamente de Ucrania, por razones obvias.

España se aleja de la cordura por la espiral del gasto sin freno que añaden más pasivo a la burbuja de deuda a punto de explotar: 300 millones diarios, 208.000 euros al minuto: un desastre esférico. Nos acercamos a los dos billones de euros de deuda pública incluyendo el total de pasivos en circulación emitidos por más de cien organismos creadores del «mana deuda»: empobrecimiento de generaciones futuras que las privará de «bienestar social».

La industria sigue su deterioro con el constatable decrecimiento del índice PMI manufacturero, el frenazo de la demanda eléctrica, el déficit creciente de la balanza comercial y el crecimiento de precios que dinamita la competitividad. Hoy, hay cien mil empresas menos cotizando que antes de la pandemia y los niveles de «zombis» en la «cola concursal» es de decenas de miles de negocios.

España tiene la mayor tasa de paro de Europa, y la solución aplicada es la de disfrazar temporales por «indefinidos discontinuos»: una formalización de la precariedad. Mientras, la carga fiscal sobre el trabajo bate récords en la OCDE: un 40% más de media en España. La inflación acumulativa –fuel de crisis– está desbocada y cimentándose estructural, lo que es un tremendo palo para el sustento de empresas y ciudadanos.

El PIB per cápita de España es hoy prácticamente el mismo que en el 2005. Irlanda, con sus recetas de menos impuestos y menor burocracia, ha subido un 80% su renta per cápita en el mismo periodo.

Debido a la incapacidad de gestión de grandes proyectos, España ha ejecutado sólo un 30% de los fondos recibidos de la UE.

Me encantaría no parecer un cenizo, un obsceno pesimista, pero los datos caen por un plano inclinado hacia una dura recesión. La irracionalidad es evidente: 16 millones del sector privado tirando por un país de 47 millones de habitantes, con un gasto público por encima del 52% sobre el PIB donde 150.000 millones son de gasto político descontrolado, el doble que lo destinado a Sanidad, y donde más de 2.000 millones se destinan a televisiones públicas, mientras solamente 13 millones a investigación para el cáncer.

Los tipos de interés están subiendo y la política fiscal expansiva requiere una mayor financiación vía deuda pública y más impuestos: una espiral fiscal muy negativa. Y para rematar, somos el país con el mayor esfuerzo fiscal, más incluso que en países europeos que nos triplican en salario medio, y con una deuda pública que hipoteca las próximas generaciones. La situación es crítica de arriesgada «ruleta rusa» económica. La bala ya gira sobre el tambor.

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