La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Sánchez y las palancas

Pedro Sánchez, nuevo presidente de la Internacional Socialista, va a poner todo su empeño en “unir a todas las fuerzas progresistas del mundo”. Agárrense, que vienen curvas. La ambición de este personaje no encuentra límites ni fronteras. O sea, que no conforme con llevar a su país al borde de la ruptura, con leyes que abren brecha enorme en la ciudadanía, pretende ahora liderar a la izquierda planetaria. El flautista de Hamelin conduciendo a la cueva a los parias de la tierra, a la famélica legión… Que Dios lo pille confesados.

¿Qué nuevos objetivos se le van a antojar al presidente del desgobierno de España, perejil de todas las salsas? ¿Dirigir la FIFA? ¿Ponerse al frente de la ONU o de la OTAN?  ¿La chaquetilla de Masterchef? ¿Dar la vuelta al ruedo en Las Ventas? ¿Ser el primero en viajar a Marte con la NASA?

Lo de resucitar la Internacional Socialista es un ejercicio de prestidigitación que provoca hilaridad, por no decir que conduce a una sonora risotada. Una organización que acoge a partidos dudosamente democráticos, de la que salieron escopetados los socialistas alemanes y suecos, y a la que regresan los franceses más por presiones que por convicción, no parece el lugar más adecuado para sacar pecho o erigirse en guía del mundo mundial. Y con Zapatero, el de la alianza de civilizaciones, de maestro de ceremonias, los ministros socialistas haciéndole la ola y unos cuantos barones de palmeros, alguno de ellos de vocación hagiográfica. Todo muy rico y muy abundante, como pregonaba el maestro Puente en una de sus míticas frases lapidarias.

El Willy Brandt del siglo XXI, el Pierre Mauroy de habla hispana se convierte ahora, por arte de birlibirloque, en el Joan Laporta de la política internacional: hábil en el uso de las palancas para cuando los españoles lo echen de Moncloa encontrar un buen acomodo fuera.

Compartir el artículo

stats