Llanes,

Rebeca AJA / Emilio G. CEA

A mediados del siglo pasado todo cuanto había para la enseñanza lo guardaban las paredes de Villa Esther. En el salón de la balconada semicircular de la fachada principal de este palacete indiano de Llanes estaba la sala de música donde la Madre Auxilio daba la lección acompañada de un piano. De lo aprendido se daba cuenta, después, en el Conservatorio de música de Santander, donde, por ejemplo, María José Rodríguez Fernández recuerda haberse examinado de solfeo con los siete años ya cumplidos. Con la Madre Auxilio aprendió música, ella y el resto de sus compañeras. También recuerda que esta religiosa tuvo mucho que ver en la formación del hoy catedrático de musicología de la Universidad de Oviedo, Ramón Sobrino Sánchez y, en definitiva, en la de miles de llaniscos educados en el Colegio católico Divina Pastora de Llanes que cierra, definitivamente, sus puertas tras 115 de años de historia.

En el año 1957 sólo existía el palacete de Villa Esther. No había más colegio. El resto del recinto donde, años más tarde, se levantaría el resto del centro escolar, era un gran huerto salpicado de árboles frutales pero que servía de solar de juego. María José Rodríguez acumula un buen número de recuerdos, no obstante, su condición de ex alumna del colegio Divina Pastora no está exenta de cierta excepcionalidad. Y todo porque el nacimiento prematuro de su hermano llevó a su madre a convenir con las monjas que, pese a tener tan solo dos años, fuera a Villa Esther «para no estorbar en casa». Era el año 1957. Sin tardar aprendió a leer.

Además de las asignaturas de rigor, estaba la música, el deporte y el teatro. Como entonces no había salón de actos las representaciones solían itinerar por diferentes emplazamientos de la villa llanisca. Por ejemplo, una representación de las razas del mundo en el día del Domund tuvo por escenario el pórtico principal de la basílica de Llanes. Aunque también eran habituales las representaciones teatrales en el escenario del teatro Cinemar de Llanes, hoy también cerrado.

Olga Miyar recuerda que sería en la década de los setenta cuando el internado echó el cierre. Esta llanisca, también ex alumna del Divina Pastora, organiza todos los años una comida con compañeros de su promoción. Una cita anual a la que asiste, siempre que puede, la Madre Florentina.

La noticia del cierre no ha dejado indiferente a quienes aseguran que sus «mejores años» están en este centro escolar. Olga Miyar cita algunas de las asignaturas que le tocó librar: cultura general, taquigrafía, mecanografía, inglés, contabilidad.

Recordar la historia más reciente queda en manos de María de la Guía Noriega, cuya promoción se despidió del Divina Pastora en la última década el siglo pasado. Al frente del negocio familiar, la confitería Ortegal, asegura que la Madre Marina siempre que visita Llanes no pasa por alto ir allí donde sabe que puede encontrar alguna ex alumna.