Cangas de Onís, B. MORÁN

Un nacimiento siempre es motivo de alegría, más aún si la nueva vida puede servir para recuperar a toda una especie. Dos alimoches nacieron hace quince días en el zoológico de La Grandera, en Sotu Cangues (Cangas de Onís). Este centro es el único lugar de España en el que se crían alimoches en cautividad. Su cría es muy difícil, a pesar de ser un ave majestuosa, fuerte y de considerable tamaño: cuando nacen, los alimoches son débiles, muy sensibles a morir en sus primeros treinta días de vida por una gastroenteritis.

Correr el riesgo merece la pena para Ernesto Junco, propietario de La Grandera, y para Fernando Garcés, secretario general del Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (Grefa), con sede en Madrid. Ambos estamparon sus rúbricas en un convenio hace cuatro años para trabajar en la recría de alimoches con el firme objetivo de intentar, en unos cinco o siete años, reintroducir la especie en zonas de España en las que ya desde hace años no vuela, como es el caso de la comunidad de Madrid.

Los pollos que nacieron a principios de este mes en La Grandera son los pilares de este ambicioso proyecto. «Necesitamos tener un núcleo reproductor, ya que, si se comienza una suelta, deben realizarse varias repetidas, en esta especie sobre todo porque migran a África y muchos pueden perecer en ese largo viaje», explicó Garcés. Aunque antes de intentar devolver al medio esta ave, en peligro de extinción en la actualidad, es vital garantizar que el medio es seguro.

En este sentido, Garcés recordó que la principal causa de la extinción del alimoche son los cebos envenenados. «El veneno es un grave problema que sigue sin atenderse demasiado. No se hace lo suficiente y es vital atajar este delito antes de pensar en devolver al medio esta especie», afirmó. Pero es pronto para seguir indagando en este ambicioso proyecto; antes los dos polluelos deben sobrevivir.

Este mes es clave para saber si lo lograrán. «Es muy difícil saberlo, son aves muy delicadas y su cría en cautividad es muy difícil. Pero siempre merece la pena intentarlo y, poco a poco, ya tenemos cinco alimoches en nuestro parque», dijo Junco, mientras alimentaba al pollo que nació el 1 de junio, con un peso de 84 gramos. Está muy despierto. En estos quince días de vida ya ha subido de peso hasta 452 gramos. Su hermano es mucho más débil. La naturaleza es, a veces, muy práctica. Las hembras de alimoche suelen poner dos huevos y uno viene a ser «el de repuesto», por si el otro pollo no sobrevive. Esta condición hace que el polluelo que nace de ese segundo huevo sea de menor peso y tamaño, más débil, en definitiva. Pero el pollo «de repuesto» de La Grandera también demostró estar en buen estado. Los dos tienen que afrontar el reto de sobrevivir para, junto a sus hermanos y padres, contribuir al proyecto de Grefa y Ernesto Junco por el que aspiran a devolver a esta majestuosa ave al lugar que le corresponde.

El veneno que algunos seres humanos colocan en cebos para matar fauna que les «molesta» ha sido la principal causa de la casi extinción del alimoche. En España hay censadas 1.300 parejas. Pero no todo está perdido; mientras nazcan pollos, hay esperanza.