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El tardón tiene su propio reloj

El consultorio oriental

El tardón tiene su propio reloj

Las personas impuntuales cuentan con percepción distinta del paso de las horas y piensan que pueden hacer más cosas

La impuntualidad suele ser casi incorregible para quien la padece y desesperante para el que espera. En la sociedad occidental, llegar tarde se considera un acto de mala educación. Pero los expertos explican que detrás de la que se tiene como una falta de respeto hacia el otro hay una incorrecta gestión del tiempo. Según un estudio de la Universidad de San Diego (Estados Unidos), los tardones perciben el paso de las horas de forma más lenta que el resto.

Es decir, los impuntuales creen que harán más tareas de las que realmente pueden con el tiempo del que disponen o que en esas ocupaciones emplearán menos horas o minutos de los que necesitan. Se conoce como "falacia de la planificación". El ritmo cotidiano también obliga a asumir más responsabilidades de las que uno puede asumir, lo que supone acabar con la lengua fuera para lograr ir de un sitio a otro y cumplir con los compromisos. Además, se quieren aprovechar tanto los minutos, que no se desean desperdiciar llegando antes de lo acordado y en ocasiones, ir tan al límite ocasiona una tardanza.

El psiquiatra Pedro Trabajo confirma que, efectivamente, se dan dos situaciones. Una tiene que ver con la planificación y gestión del tiempo para las tareas, que está relacionada con la capacidad ejecutiva de la persona. Por otro lado, entra en juego la percepción que el individuo tiene del tiempo. Depende de la personalidad de cada uno y, en algunos casos, de una patología como la lentitud obsesiva.

Trabajo destaca como curiosidad que incluso se reconoce la existencia del "tardonismo" como una dolencia. "Es como reconocer la enfermedad del tardón", explica. "En este país tenemos el sentido de la puntualidad descabalada". Por ejemplo, a la hora de marcar una cita se da como margen media hora.

Además, reconoce que "en la sociedad que vivimos nos cargamos de tareas y tratamos de cuadrar unas agendas imposibles", lo que obliga a estar con la hora encima todo el día.

No obstante, a pesar de las connotaciones negativas de la impuntualidad, sobre todo para la persona que espera, en ocasiones, también se dan aspectos positivos, destaca el psiquiatra. Es el caso de individuos que su tardanza les llevó a perder un autobús, un tren o un avión y eso les libró de sufrir un accidente mortal.

Pedro Trabajo recuerda que en el lado opuesto del tardón están quienes llegan con demasiada antelación a las citas. "A veces tiene un componente obsesivo", agrega. Son personas que "no pueden vivir con la ansiedad de ir justo de tiempo".

Los expertos destacan que como la percepción del tiempo es abstracta, se procesa de forma subjetiva en función de variables como la edad, personalidad, estado de ánimo, temperatura, desórdenes psiquiátricos, interés o complejidad de la tarea desarrollada o estímulos de distinta índole. Cada persona tiene un "tempo interno", una tasa metabólica propia, marcado por factores medioambientales pero también fisiológicos, que está relacionada con su ritmo de vida y se correlaciona con la puntualidad.

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