El Seprona está investigando el abandono de kilos de basura por parte de algunos recolectores de ocle en las playas de Barru y Poo, ambas en el concejo llanisco. Se trata de botes y latas de aceite y de cerveza, alternadores, plásticos de todo tipo y hasta una batería, materiales que desechan durante su trabajo y que en este caso no fueron recogidos, lo que podría considerarse un delito contra el medio ambiente.

Los recolectores de la zona responsabilizan a los de Cantabria. "Cambian el aceite, después se van y queda todo por ahí tirado", explicó ayer uno de los trabajadores locales. La denuncia ante el Seprona ha sido formulada por recolectores de la zona, indignados por la mala práctica. El asunto estuvo entre los tratados en la reunión que se celebró el sábado en la zona de Barru. Asistieron unos sesenta recolectores, más de la mitad del colectivo, con una 75 licencias. La idea de estos trabajadores es constituir una asociación para canalizar sus reivindicaciones ante las instituciones y organismos que tienen competencia en la recogida de algas de arribazón.

Entre las peticiones que tienen está acabar con la desigualdad en la que se sienten respecto a los recolectores de Cantabria. El Gobierno regional de la comunidad vecina sólo da licencias a quien demuestra llevar dos años empadronado, pero en Asturias no hace falta. De esta manera, los recolectores cántabros pueden faenar en las playas de la comarca pero al revés no. Además de acabar con esta desigualdad también quieren que se regule la práctica laboral, una petición que ya formularon ante el Gobierno regional por el trabajo con las rastrillas. Se trata de herramientas de fabricación propia que se acoplan a la parte posterior de los tractores para extraer el ocle y una parte del sector pide que se regule de forma que su trabajo sea compatible con el de quienes recogen las algas a pie.