"Si no cambian la política de ayudas y prestan más apoyo a las ganaderías de leche, va a ser muy difícil conservar el queso de los Beyos". Lo dice Salvador Pilar, de la quesería La Collada (Amieva), uno de los productores que elaboran el queso bajo la Identificación Geográfica Protegida (IGP) y uno de los que ayer acudieron a San Juan de Beleño (Ponga) a dar forma al certamen de un producto que cada año tiene lugar el primer domingo de diciembre.

Salvador Pilar no se queja de su producción, ni tampoco de la venta, que ya tiene garantizada, pero no quiere asistir a la decadencia de un queso que cuenta con unas cualidades y un sabor inigualables a pesar de que solo tres de sus productores están dados de alta como profesionales y cuentan con la marca protegida. "Antes subían a Cirieñu (Amieva) tres camiones, de tres empresas distintas, a recoger leche, y ahora no sube ninguno porque no la hay", lamenta.

Él compra la leche para sus quesos (de vaca, de oveja y de cabra) en "los concejos limítrofes", porque en Ponga y Amieva no la encuentra. "Las ayudas al sector están enfocadas a las ganaderías de carne, casi todas las subvenciones van dirigidas a que haya más vacas de carne, y no se dan cuenta de que lo que están haciendo es que ese mercado crezca y este, el de la leche, disminuya", explica. De este modo, "va a llegar un momento en que joyas tradicionales como estos quesos no se puedan hacer por falta de materia prima", augura.

El titular de La Collada compartió espacio con otros siete productores artesanos que elaboran queso de Beyos por tradición familiar o por dar cuenta del excedente de ganaderías propias, y pequeñas, de la zona. Es el caso de Alejando Alonso, que acudió a Beleño con 40 kilos de queso, o el de José Ángel y Jesús Moriñigo, que en sus tres expositores reunieron 50 kilos de beyos. Rubén Yano llegó de Sobrefoz con 20 kilos, a los que intentaba dar salida Silvia Yera, y Tatiana Tanda bajó desde Viegu con otra producción hecha en casa de 20 kilos. En total, entre unos y otros, reunieron 235 kilos de queso, que vendían a 17 euros el kilo de cabra y a 15 el de vaca.

Dos precios fijados por la organización, que también estableció dos categorías diferenciadas en el concurso. De un lado, se premió la producción quesera profesional. El premio recayó en la quesería La Collada, la única que acudió al certamen dada de alta en la actividad. Y, de otro, se eligieron los tres mejores quesos elaborados por aficionados. Carlos Tanda fue, para el jurado, el mejor elaborador. Rubén Yano obtuvo el segundo puesto y Jesús Moriñigo fue el tercero.

En cualquier caso, para todos hubo un reconocimiento. Lo hicieron los políticos que se dieron cita en Beleño, y también la pregonera del certamen, Amparo Velasco, una de las impulsoras, hace ya 36 años, de esta cita que pretende ensalzar el valor del queso de Beyos.

Velasco exigió a "los políticos de nuestra región que no escatimen esfuerzos para dignificar la vida en el campo", y recordó que "los ganaderos y los agricultores no son figurantes" en el territorio. Sin ellos, "sin su esfuerzo y trabajo, los pueblos se mueren", recordó.

En ese sentido propuso, por ejemplo, poner a disposición de futuros empresarios una serie de "incentivos fiscales" que podrían ser elementos a tener en cuenta para asentar la población y generar una industria agroalimentaria que en Ponga y Amieva mantiene viva el queso de los Beyos. Sus productores, por cierto, los que elaboran bajo las indicaciones protegidas, esperan aún por el permiso para reducir de 22 a 15 días el periodo de maduración en cámara, con objeto de ofrecer un producto más cremoso a los potenciales clientes.