El Ayuntamiento de Ribadesella creará una zona de aparcamiento para unos sesenta vehículos "a unos 80 metros" de la localidad de Cuevas del Agua, antes del acceso a ella a través de su emblema, La Cuevona. Lo anuncia el alcalde, Ramón Canal, que espera que la medida sea eficaz para evitar el caos circulatorio que se genera en la localidad en épocas de máxima afluencia. El Consistorio ha alquilado una finca que se sumará a la que ya existe, a escasos metros de la cueva, que sirve ahora para albergar a unos veinte vehículos. Además de a los vecinos, el alcalde satisface así la propuesta hecha por el portavoz del PP, Paulo García, y el de Pueblu, Ricardo Cangas, en años anteriores. Ambas formaciones planteaban planes más ambiciosos para el pueblo, aunque en todos los casos la solución más eficaz pasaba por la creación de un aparcamiento.
Los vecinos de Cuevas del Agua ven en la creación de plazas de aparcamiento una medida positiva, pero insuficiente. Alicia Velázquez y Nacho Montegrón regentan el restaurante La Solana de Cuevas, el primero que se encuentra nada más cruzar la gruta de acceso, y proponen que el Ayuntamiento oiga los ofrecimientos de los propietarios de dos fincas, junto a la cueva pero dentro del pueblo, una vez atravesada la galería natural.
"Uno de los encantos de este pueblo es que para llegar hay que atravesar una cueva en coche, lo que no podemos hacer es cerrarla o evitar que se cruce por ella", recalcan, advirtiendo la posibilidad municipal de habilitar un aparcamiento lejos del pueblo. A su juicio, la cueva tampoco puede tener una iluminación insuficiente, a veces casi nula. "Debemos cuidar este recurso y ensalzarlo", indican, lo que incluye una actuación que pasa, en primer lugar, "por dotarlo de los mecanismos necesarios para resaltar su belleza". Una belleza que podría pasar inadvertida al cruzar en coche. Primero por la falta de luz artificial y, segundo, por el miedo a cruzarse con un coche en el sentido opuesto. No hablan los vecinos de crear un sentido único, porque, tal como recuerda Alfonso Villa, eso solo perjudicaría a los residentes de Cueves, que darían un rodeo importante para llegar a sus viviendas, pero sí deberían "instalar semáforos" que impidan que dos coches se crucen en lo más angosto de la cavidad natural, donde el espacio es más reducido y la calzada se estrecha.
El Ayuntamiento, sin embargo, no ha decidido qué hacer a ese respecto. "Estamos estudiando la posibilidad", asegura Canal, que sí advierte de la necesidad de que los peatones que atraviesen la gruta lleven encima un chaleco reflectante. El Ayuntamiento abundará en ese consejo, aunque ya existe un cartel que lo solicita.
"Cueves se convierte en un embudo en momentos puntuales", subraya Villa, que aplaude la idea del aparcamiento y recuerda que, poco a poco, se ha ido ganando en la mejora de los acceso a la localidad, con carreteras locales ensanchadas y arregladas. Pero no es suficiente. A ojos de Pablo Fuentes y Verónica Llorens, propietarios de la casa rural La Cuevona y de una pequeña tienda de ultramarinos, el pueblo sufre una falta de atención que repercute negativamente en su explotación. "En ningún momento pretendemos que esto sea Benidorm, pero tenemos que ser conscientes de qué turismo nos visita, y este es el familiar, debemos darle algo para que se queden, no sólo lleguen aquí, vean la cueva y se marchen, porque ahí es donde están los atascos y el caos", indican.
Para ellos, hay rincones, como la vera del río Sella, que se podrían potenciar "con la creación de un merendero". Además, habría que implementar la creación de algunas plazas de aparcamiento dentro del pueblo, e incluso plantearse la llegada de un tren turístico. En Cueves, dicen, "nunca se han hecho los deberes bien" y es el momento de potenciarlo "sin convertirlo en un parque temático".
