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Tito Bustillo, visitas casi privadas

Una familia estadounidense estrenó la reapertura de la cueva: "Aquí se respetan más las normas, es muy positivo"

Un guía desinfecta la suela del zapato de un visitante, en la entrada a la cueva. EVA SAN ROMÁN

Un amigo arqueólogo les invitó a que visitaran la cueva de Tito Bustillo. Compraron las entradas la semana pasada y desde entonces han empezado a documentarse "sobre la riqueza prehistórica de la zona". La desconocían porque son estadounidenses, pero ahora han fijado su residencia en Oviedo y prometen que la siguiente visita cultural será a la cueva de El Pindal, en Ribadedeva, que como la riosellana también abrió ayer sus puertas al público después de cerrar el pasado 13 de marzo como consecuencia del estado de alarma.

La familia Osle, compuesta por Herbert, Zilma y Adriana, hija de ambos, fue la primera en visitar la caverna prehistórica riosellana en esta nueva marcada por el covid-19. No pudieron acceder al centro de visitantes que precede a la gruta natural para observar la exposición fotográfica porque las medidas de seguridad lo impiden. Las puertas se abren únicamente cinco minutos antes de la visita a la gruta, el tiempo necesario para llevar a cabo la desafección de los visitantes, con geles hidroalcohólicos, por parte de los guías.

"Es algo muy importante. Nosotros venimos de Estados Unidos, allí no se respetan las normas de un modo tan escrupuloso y todo lo que sea preservar la salud, a todos los niveles, es muy positivo", celebraron los visitantes que accedieron a la gruta con mascarillas, aunque sin distancias sociales al ser un grupo conviviente. Llegaron "para aprender mucho de todo lo que esconde la historia de esta cueva" y se fueron contentos con la visita y las explicaciones de los guías.

Fueron solo tres los que acudieron a Tito Bustillo en el primer pase de la mañana, a las once, aunque el grupo podría haberse ampliado hasta cinco. Ese será el máximo permitido y se repetirá cinco veces al día. En total, la caverna prehistórica acogerá la presencia de 25 personas diarias, un aforo muy inferior al permitido hasta la fecha, que era de 150.

Los cambios también afectan al centro de visitantes, donde se creará un circuito de entrada y otro de salida, para evitar el contacto entre los usuarios. Y en la cueva sucederá lo mismo. "Hay espacios más angostos, así que hemos organizado los horarios para intentar no coincidir dentro en lugares conflictivos", indican los guías.

Cuando abría Tito Bustillo lo hacía también la cueva de El Pindal. La primera visitante fue la consejera de Cultura del Principado de Asturias, Berta Piñán, quien se encargó de recordar que en el caso de la gruta ribadedense sólo habrá tres pases diarios de cinco personas cada uno.

Piñán valoró la importancia del documento técnico para cuevas, yacimientos arqueológicos y monumentos, publicado por el Principado "como herramienta para salvaguardar la vuelta a la actividad de los yacimientos rupestres. El trabajo es el más exhaustivo de los preparados a nivel nacional", dijo.

La consejera, que estuvo acompañada por el director general de Cultura y Patrimonio, Pablo León, y por el alcalde de Ribadedeva, Jesús Bordás, recordó que la apertura de las cuevas se hizo únicamente cuando se pudo garantizar la seguridad de los trabajadores y los visitantes.

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