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FRANCISCO RODRÍGUEZ | COORDINADOR DE PROTECCIÓN CIVIL DE PILOÑA

"Si todo salió bien en la pandemia fue por el nivel social de Piloña"

"Todo lo que he hecho ha sido de una forma desinteresada y nada sería posible sin el equipo de trabajo de Protección Civil"

Francisco Rodríguez. E. S. R.

Francisco Rodríguez García representa a partes iguales la bondad, la vocación y la tranquilidad. Coordina desde 1996 la agrupación de Protección Civil de Piloña. Ha logrado hacer un equipo al que confiesa "querer de verdad" y ha desarrollado una labor imprescindible que, echando la vista atrás y observando el cariño que le tienen en el concejo, le hace emocionarse. "El Ablanu" le ha elegido para que hoy, día de San Antonio, dé el pregón en una de las pocas fiestas que se celebrarán en la comarca. Está nervioso porque hablar en público, por su carácter tímido, le abruma. Asume que lo suyo es prestar ayuda, no que se la reconozcan. Su pregón será a la una de la tarde en la plaza del Ayuntamiento.

- Hoy representará el voluntariado y la solidaridad en un gesto de agradecimiento de su concejo. ¿Cómo se siente?

-Nervioso, emocionado, safisfecho, orgulloso... No contaba con ello y estoy muy contento, claro, pero todo lo que he hecho ha sido de una forma desinteresada y nada sería posible sin el equipo de trabajo que hemos formado en Protección Civil. Puede que yo sea la cara, pero sin ellos nada sería posible. Hemos pasado mucho juntos, los quiero mucho. Es muy gratificante que reconozcan nuestra labor.

- ¿Cómo ha sido la coordinación de la ayuda social durante la pandemia?

-Si pudimos coordinarnos para que todo saliera bien fue por el nivel social tan alto que encontramos en el concejo, no nos faltó nada porque hubo mucha gente colaborando de forma desinteresada. A nivel de grupo de voluntarios es justo reconocer que jamás nadie dijo que "no" a nada, pese a no saber a qué nos enfrentábamos ahí fuera. Dedicamos muchas horas, días... Lo que vivimos será inolvidable y ahora, con perspectiva, tengo que pedir perdón a los chavales porque tuvieron mucho que aguantarme. Fui muy pesado con las normas de distancias, hicimos pequeños grupos y pasamos mucho tiempo juntos, a veces se nos olvida la circunstancia sanitaria y estuve muy encima de ellos, quizá con mucha presión. No quería que ninguno se enfermara. Aun así, siempre estuvieron ahí. Repartimos por Piloña, por Ponga, por Amieva, por Parres... Colaboramos en todo lo que se nos requirió desde el centro de coordinación de emergencias. Y yo creo que lo hicimos bien.

- ¿Qué destacaría de su puesto de voluntario?

-Creo que somos de una pasta especial, este es un trabajo totalmente vocacional que creo que sólo desempeñan personas que tienen un buen corazón. Para ser voluntario ha de gustarte ayudar a los demás sabiendo siempre que no vas a recibir nada a cambio, hay que estar ahí a disposición de todos y, al final, creo que es algo que te engancha.

- Fue usted quien creó el grupo de Protección Civil en Piloña, ¿qué destaca de estos años?

-Soy voluntario de Protección Civil desde 1985, era un crío, fue mi padre quien me metió en este tema. Trabajé unos años como socorrista acuático en Rodiles y luego me hice bombero. Al final acabé haciendo un grupo en Piloña para coordinador desde 1996. Hemos trabajado ya con cinco alcaldes y siempre hemos sentido el apoyo del Ayuntamiento. Empezamos siendo 16 personas y ahora somos 20.

- ¿Y cuál es el proceso de formación?

-Hay que tener, como decíamos, buen corazón y vocación. Pero también disponibilidad y paciencia. Formar un grupo es invertir muchas horas en formación, en prácticas. No es solo poner el uniforme y a rodar. Durante esta pandemia un presidente regional alabó el papel que había tenido el voluntariado de Protección Civil. Hasta llegar a la calle nosotros tenemos que organizarnos logísticamente, hay reuniones previas de coordinación y mucho tiempo invertido sin empezar a funcionar.

- Y todo a cambio de nada.

-A veces a cambio de disgustos, pero siempre se compensan con los mensajes de ánimo y apoyo. Para mí este trabajo lo paga la ayuda social que prestamos, pero también la que recibimos. Lo paga el empresario que nos da agua, o nos sirve empanada y bollos el día de una fiesta, que son muchos.

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