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El rebeco supera la sarna y se recupera en los Picos, con unos 5.500 ejemplares

La reconocible silueta del animal, con una población "fuerte y sana" en el Parque Nacional, vuelve a ser habitual para senderistas y montañeros

Rebecos en los Picos, el pasado agosto. L. Á. VEGA

La silueta del rebeco sobre las cornisas de los Picos de Europa vuelve a ser una imagen habitual para senderistas y montañeros. Los últimos datos muestran la recuperación definitiva de su población en el Parque Nacional: el rebeco cantábrico parece estar superando su pandemia particular.

La sarna acabó con la mitad de los ejemplares de los Picos entre los años 2000 y 2006. Ahora, se ha recuperado la población a niveles anteriores a la entrada de la enfermedad en el Parque. "Puede haber, perfectamente, unos 5.500 ejemplares", cuenta el biólogo Borja Palacios. Son los datos que arrojan los estudios realizados a lo largo de la primavera de 2019 y que complementan los últimos que ya se conocían en 2016.

"Ahora las poblaciones están fuertes y sanas, se ve muy bien al rebeco", asegura Gloria González, quien lleva trabajando como veterinaria en los Picos de Europa desde 1995. Cuando ella llegó al Parque, el rebeco cantábrico estaba en su mejor momento. Poco antes del año 2000 se censarían 7.000 ejemplares. Pero después, llegó la sarna sarcóptica. Una enfermedad que no solo afectó a la subespecie "parva", que es como se conoce al rebeco cantábrico, también diezmó otras poblaciones de rebecos a lo largo de la Península. Se extiende muy rápido.

En unos años alcanzó a afectar a individuos de más de tres cuartas partes de la superficie del Parque Nacional.

En lo que va de 2020, el personal del parque solo ha reportado dos casos de sarna entre los rebecos de la zona. Muy lejos de los 120 que se detectaron durante 2013. Por lo que la pandemia no está erradicada, pero parece estar, por fin, "controlada".

La enfermedad resulta muy obvia para quien conoce al animal. La sarna sarcóptica la provoca un ácaro que ataca la piel del animal, "le hace pequeños túneles en la epidermis, lo que acaba derivando en alopecia y grietas en la piel", cuenta la veterinaria Gloria González. Esto no debería ser suficiente para acabar con la vida de un ejemplar, pero la mayor incidencia en la zona de los ojos y la boca "le dificulta la ingesta de alimentos", lo que se suma a la "disminución de defensas" que sufre el animal enfermo. Por lo que, en muchos casos, acaba falleciendo.

La importancia de la especie en los Picos de Europa es inmensa, explica Borja Palacios. Con la desaparición del ganado menor, oveja y cabra, "es necesario un grupo numeroso de rebecos", para ayudar a mantener el delicado equilibrio del ecosistema subalpino.

Porque el rebeco es presa de otras especies. Para el águila real, el lobo y el zorro, pero también animales necrófagos. Las crías de las águilas en Picos, por ejemplo, "se alimentan de carne de rebeco en un noventa por ciento", asegura el biólogo del Parque Nacional.

Pero también tiene importancia "a nivel lúdico y didáctico", cuenta Palacios. Según el experto el rebeco es un animal salvaje "apacible y relativamente fácil de ver". Un reclamo más de los Picos de Europa. Y, otra vez, vuelve a ser "relativamente fácil" ver esas siluetas oscuras sobre las cornisas.

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