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Estudian cómo evitar los ataques del lobo utilizando elementos olfativos disuasorios

La marca Pro-Biodiversidad crece hasta los 1.300 animales y pondrá a la venta más de diez mil kilos de lechazo de los Picos de Europa

Los ganaderos, reunidos ayer en Tullidi con Gerardo Báguena y Concepción Gálvez, a la derecha.

La Fundación para la conservación del quebrantahuesos (FCQ) trabaja en la búsqueda de una fórmula para evitar los ataques del lobo a la ganadería a través de elementos disuasorios olfativos. Gerardo Báguena, director de la Fundación, matiza que es algo "muy incipiente", pero que ya se encuentran "analizando y estudiando todo lo que se ha hecho al respecto a nivel mundial, exploramos vías posibles efectivas que puedan ser exportables a la Cordillera Cantábrica" para acabar con un problema "que no podemos obviar". Báguena subraya que aún "no se va a poner en práctica" ningún tipo de iniciativa, pero "al menos tenemos que estudiar todo lo que ha funcionado en otros países" para, más adelante, "ver si podemos adaptarlo".

El director del colectivo explica la lógica de la investigación: "Los grandes carnívoros como los lobos deciden un ataque por el atractivo del componente ambiental; muchas veces no ven, pero les excita que huela a oveja o que haya actividad". Y atacan. E igual que eso es así, puede suceder lo contrario, hallar un olor que ahuyente.

La falta de equilibrio entre la ganadería extensiva y el lobo "es evidente". Lo hacían constar ayer media docena de ganaderos adheridos a la marca Pro-Biodiversidad impulsada desde FCQ, reunidos en Tullidi para hacer balance del año. A ojos de Concepción Gálvez, técnico de la Fundación, la marca pasa por un buen momento. Prueba de ello es el reconocimiento como Premio Natura 2000-Beneficios Socioeconómico que acaba de concederles la Unión Europea y la lista de espera de ganaderos que desean formar parte de la iniciativa. "Empezamos en 2011 con cinco productores, luego 7, más tarde 10 y el próximo año serán 13 o 14" quienes vendan "unos 1.300 animales a lo largo de 2021 -frente a los 1.000 que se vendieron durante la primavera de este 2020-" procedente de ovejas que pastan en el territorio del Parque Nacional de los Picos de Europa perteneciente a los territorios de Cantabria y Asturias. En total, se pondrán en el mercado "unos diez mil kilos de carne", calculan, que están previamente apalabrados a un precio acordado. Algo que contenta a quienes están y que convence a quienes se quieren unir.

Ese es el atractivo del proyecto que los ganaderos aplauden, "pero no podemos absorber más corderos porque no podemos asegurar la venta. El mercado es pequeño y nosotros creceremos cuando éste aumente", asume Gálvez.

Y eso sucederá cuando "el sector comercial y la hostelería entiendan nuestro elemento diferenciador". Hasta ahora son dos grandes superficies alimenticias y la Red de Paradores Nacionales quienes compran la producción íntegra de los lechazos de los Picos de Europa y se comprometen a ello año tras año, un respiro para los productores y para el propio desarrollo de la marca, aunque aún quedan tareas pendientes que pasan por difundir un mensaje dirigido al consumidor.

"Debemos saber contar que este proyecto contribuye a la conservación de la biodiversidad del paisaje, pero también tiene un componente económico y social muy importante porque incide en familias ganaderas que viven en la zona rural", subraya Gálvez.

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