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El 90 por ciento del Cabrales ya se hace solo con leche de vaca por falta de ovejas y cabras

“Antes la mitad de la producción aún era de mezcla, pero el lobo acaba con los rebaños y con la ganadería extensiva”, lamentan los elaboradores

Elaboradores de Cabrales, en una de las cuevas de maduración LNE

El 90 por ciento de la producción de queso de la Denominación de Origen Protegida Cabrales se elabora ya exclusivamente con leche de vaca. Solo el diez por ciento restante, por tanto, se hace con mezcla que incluya también la de cabra y oveja. La situación se debe al descenso de la cabaña ganadera ovina y caprina, muy notable en los últimos años. La causa fundamental, inciden los ganaderos, son los daños del lobo, que provocan abandonos de la actividad y la pérdida constante de rebaños de estas razas en el concejo que da nombre a esta especialidad quesera, una de las más afamadas de Asturias dentro y fuera de nuestras fronteras.

Los elaboradores incristos en la Denominación de Origen Protegida del Cabrales producen unos 430.000 kilos al año, tal y como explica Jessica López, presidenta del Consejo Regulador y al frente de la Quesería Maín. En la década de los años 90 del pasado siglo, cerca del 50 por ciento de la elaboración se hacía aún con la mezcla de tres leches: vaca, oveja y cabra. “Pero ovejas y cabras ya quedan pocas. Los lobos no dejan una. Desaparece la ganadería en extensivo que es tan necesaria”, subraya López.

En efecto, los datos de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei) apuntan a un descenso sostenido a lo largo de los años en la cabaña ovina y caprina en el municipio de Cabrales. Aunque la entidad no tiene aún las cifras de los últimos años, sí maneja una serie histórica que permite conocer la evolución de la situación. Por ejemplo, en 2007, el número de explotaciones con ovejas era de 66, que sumaban un número total de 4.930 animales. Diez años después, en 2017, había 56 explotaciones y 3.075 reses de este tipo.

Lo mismo ocurre en relación al caprino: en 2007 se contaban 65 explotaciones frente a las 54 de 2017 y 4.510 animales frente a los 3.527 de una década después. La tendencia, en la serie histórica, es al descenso continuo, ejercicio a ejercicio, una situación de la que, por otra parte, llevan hablando desde hace años, también los últimos, ganaderos y productores.

“La ganadería en extensivo de cabra y oveja es muy necesaria para mantener los pastos limpios, los caminos… Ellas son las mejores desbrozadoras que hay porque comen espinos, argumas, de todo. Es muy necesaria y más donde vivimos nosotros, en los Picos de Europa”, explica López.

“Creo que se debería de potenciar un poco más y hacer el trabajo que hay que hacer, que es quitar lobos, porque hay demasiados. Y cuantos más lobos, menos ganadería en extensivo. Eso es lo principal”, añade esta joven, una de las que ha apostado por un modo de vida a cuya dureza se suman los enormes problemas que causan los daños del lobo y la superpoblación de cánidos que ganaderos y productores no se cansan de denunciar en los últimos años.

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