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Onís, en un libro exhaustivo

Tres magníficos volúmenes para sumergirse en las raíces e historia del concejo del Oriente

La aparición de tres volúmenes (“El Concejo de Onís (Asturias) en el siglo XVII”, Wroclau Poland) con los que, de modo exhaustivo, Juan Ignacio Noriega Iglesias hace un repaso inigualable de la historia y vicisitudes de la vida y azares del concejo de Onís en el siglo XVII supone un logro cualificado, fruto de la tenacidad y de la paciencia. La presente obra no es de esos libros que podrías catalogar de lectura apasionante aunque habrá de serlo, por supuesto, para los hijos de ese concejo del oriente de Asturias y para los investigadores que pretendan sondear las intimidades y peripecias de la historia interna del mentado municipio.

Sus paisajes, rezumantes de luz y verdor, sus vegas, sus prados y sus bosques, sus montañas y sus casonas y heráldicas nobiliarias seguramente que hacen embeberte en la vida y en las inquietudes de unas tierras feraces y atractivas como pocas.

Para guiarnos en todas las facetas de su diario vivir, nadie mejor que Juan Ignacio Noriega Iglesias, de quien mucho me agrada realzar su primer apellido –Noriega– que, de alguna manera, me acerca a nuestro querido amigo por la convergencia de ese patronímico onisense que encuentro, sin ahondar apenas, en mis raíces, ya que lo transmitió a mi padre mi abuela paterna, María Josefa Noriega Pis, originaria de Onís.

La obra de la que nuestro buen amigo Juan Ignacio es autor impacta profundamente en la mente de cualquier lector por las muchas sapiencias que en ella se acumulan, ofreciendo en sus páginas pábulo a sus inquietudes y ansias de ahondar en las médulas más íntimas de las vivencias de su concejo. Por eso, será bueno leerlo a pequeños sorbos, para ir descubriendo y degustando cuanto el autor nos ofrece en las apretadas páginas de su obra, cuya lectura alcanzará a colmar las inquietudes de enriquecer tu espíritu, con lo que profusa y generosamente el autor te suministra y proporciona. Un siglo, casi de oro, es la oferta que el autor aporta como la historia pequeña que las sucesivas generaciones de habitantes de Onís vivieron mancomunadamente, con todas las vicisitudes, hasta el tiempo fecundo en todo tipo de facetas: el siglo XVII, con tantas mutaciones y cambios, como proporcionó la superación del gótico para dar paso a un barroco incipiente y, progresivamente, a las tendencias de la Reforma y la Contrarreforma, que dejó a Europa abierta a las categorías de la libertad de espíritu de la Ilustración.

Palacios e iglesias, casonas y fuentes, establos y tallas para representar misterios en sublime catequesis e invitaciones a la piedad y a la devoción, tales fueron las tendencias que por doquier esparcían simientes de búsquedas de enriquecimiento interior y que, en apretado haz, nos resume la pluma de don Juan Ignacio.

Tres apretados volúmenes, con unas mil seiscientas páginas, representan mucho en esa vida rediviva y resucitada de un concejo, donde encontrarás el dato clarificador que el autor nos ofrece. Árboles genealógicos de las principales estirpes y etnias presentan los frutos granados de lo que es meta cumplida de la investigación del autor.

Gráficas y estadísticas contribuyen a desvelar aspectos vivenciales de este su concejo de Onís. También sale a flote cuanto el autor ha indagado sobre la vida política y administrativa de cada lugar, desvelando quiénes fueron los prohombres edilicios que ostentaron cargos de servicio a las comunidades y que Juan Ignacio Noriega logra descubrir y poner en el muestrario de su escaparate de indagación y novedoso reconocimiento.

Personas y sitios, lugares y sus habitantes, paisaje y paisanaje, huellas precristianas y rastros de la romanización, la peripecia humana de cada día, un ámbito para la elucubración, nombres y apellidos que sirvieron de vivenciales denominaciones, para designar los lugares y las personas, las cosas y el mundo que las circunda. Gracias a la tenacidad de don Juan Ignacio Noriega Iglesias, en sus búsquedas y en sus idas y venidas, en sus visitas incesantes por museos y archivos, en sus exploraciones de campo, todo ello sumado constituye un fruto granado, que es el que nos ha recopilado el autor para ofrecernos lo que el vate Horacio constataba respecto a su obra: “Exegi monumentum aere perennius , regalique situ pyramidum altius”, que viene a equivaler en nuestra lengua castellana a la expresión “he concluido este monumento más perenne que el bronce y más alto que el regio emplazamiento de las pirámides”. Enhorabuena Juan Ignacio, y muchas gracias por el exquisito regalo de tu libro, que tanto ha exaltado y tan alto a colocado a tu concejo de Onís.

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