Marta PÉREZ

«¡Apareció el busto de Clarín!». Éste es el titular que publicó LA NUEVA ESPAÑA el 15 de octubre de 1958, hace cincuenta años, para reseñar la aparición de la escultura de Leopoldo Alas, «Clarín», realizada por el ovetense Víctor Hevia: el busto llevaba dos años desaparecido, oculto en el depósito del Museo Arqueológico, desde que en 1956 el alcalde Ignacio Alonso de Nora encargase a Hevia un busto de Clarín para devolverlo al Campo San Francisco. Se trataba, en definitiva, de restaurar la imagen del autor de «La Regenta». Porque hubo un busto anterior de Clarín en Oviedo, una escultura de Manuel Álvarez Laviada, que se colocó en el Campo San Francisco en mayo de 1931. El primer busto sólo duraría cinco años allí, hasta 1936, al comienzo de la guerra civil española. Quienes secundaron la sublevación militar de 1936 en Oviedo ultrajaron el busto de la siguiente manera: primero le colocaron unas orejas de burro y luego lo dinamitaron. Al segundo busto, el de Hevia, le costó lo suyo saltar al Campo.

Dos alcaldes pasaron por el Ayuntamiento de Oviedo -Plácido Álvarez-Buylla y Manuel García Conde- antes de Ignacio Alonso de Nora, quien en 1956 decidió tomar cartas en el asunto y recuperar el busto de Clarín. Alonso de Nora lo encargó a Víctor Hevia, pero nunca se atrevió a colocar el busto por la presión de la sociedad ovetense de la época: a la escultura de Clarín le esperaban doce años durmiendo el sueño de los justos en un almacén del Museo Arqueológico. Un testigo de la época contextualiza la historia: «Alonso de Nora tenía seguidores entre los falangistas ovetenses. Lo sustituyó Valentín Masip, que representaba la figura tradicional de la oligarquía, y luego Anselmo López Valdivieso, que tampoco hizo nada». Finalmente, el busto de Clarín esculpido por Víctor Hevia vio la luz del parque el 25 de abril de 1968, hace cuarenta años, cuando el alcalde Manuel Álvarez-Buylla, muy clariniano, ordenó devolverlo al Campo San Francisco. Su sobrino, Jaime Álvarez-Buylla, estuvo en aquel acto. «Fue un homenaje sencillo. No recuerdo las palabras exactas que leyó mi tío Manolo», cuenta. «Él era franquista por los cuatro costados, pero muy clariniano, muy serio y muy terco. Es un caso extraño de la memoria histórica», relata. «Mi tío no fue un político, fue un gestor», añade. En resumen, tuvieron que transcurrir más de tres décadas y el mandato de cinco alcaldes para que el busto de Clarín regresase el Campo San Francisco y la ciudad saldase su deuda con el autor de «La Regenta», que elevó el nombre de Oviedo a la literatura universal.

Se lamenta el catedrático de Historia Contemporánea de España en la Universidad de Oviedo David Ruiz, casado con la bisnieta de Clarín, Ana Cristina Tolivar, de que Leopoldo Alas no tuviese con Oviedo la suerte de Benito Pérez Galdós con Las Palmas de Gran Canaria ni la de Emilia Pardo Bazán con La Coruña. Lo hace en un artículo titulado «La memoria de Clarín en el Oviedo franquista», publicado en 2002 en la revista «Claves de Razón Práctica»; pocos días después de redactarlo, la tumba donde reposan los restos de los Alas, padre e hijo, en el cementerio de Oviedo, fue violentada. Lo cuenta David Ruiz con una nota a pie de página en el mismo artículo: «Pocos días después de redactarse este artículo fue violentada la tumba donde reposan los restos de los Alas, padre e hijo». Hay que recordar que el hijo de Clarín, Leopoldo Alas Argüelles, rector de la Universidad de Oviedo cuando estalló la guerra civil, fue fusilado, según David Ruiz, «menos por sus convicciones republicanas que por ser hijo del autor de "La Regenta"».

David Ruiz ha investigado en los últimos años la autoría de quienes ultrajaron a principios de la guerra el busto de Clarín, el de Laviada, el que se colocó en 1931 en el Campo San Francisco. Hace muy pocas semanas que ha visto confirmada su teoría. «Existen testigos vivos que conocen los nombres y los apellidos de quienes lo hicieron. No he conseguido que me lo digan. Pero no me importan tanto los nombres como confirmar que los "desperfectos" no procedían de la falange, sino del otro sector de la derecha, el más conservador, los católicos, los más fanáticos. Lo sorprendente para mí es que se podía distinguir entre fascistas y conservadores. Los unía una determinada ideología, pero los separaba otra», cuenta. LA NUEVA ESPAÑA ha contactado con las mismas fuentes a las que accedió Ruiz: «El derribo fue cosa de energúmenos. No fueron los falangistas, sino un sector de la oligarquía ovetense. Jamás daré nombres». Las fuentes consultadas han exigido que se guarde el anonimato.

La confrontación ideológica a la que se refiere David Ruiz se escenificó en las décadas de los cincuenta y los sesenta en tres escenarios, el Ayuntamiento -como se ha visto con la historia del encargo del busto, su olvido y su posterior reposición-, la Universidad de Oviedo y la prensa de la época, con Clarín como telón de fondo. En la Universidad, un joven rector, Torcuato Fernández Miranda, anunció en 1952 la conmemoración académica del centenario del nacimiento del escritor. Fue la consecuencia de la publicación de un artículo del entonces profesor ayudante en la Universidad José María Martínez Cachero en LA NUEVA ESPAÑA. El texto decía así: «Nunca como ayer se hizo más evidente la verdad del nacimiento en Zamora de Leopoldo Alas, "Clarín". Aquí casi todo fue silencio; y ha sido silencio; y parece que continuará el silencio... Callan quienes tienen la obligación de hablar, de ofrecer señales de adhesión». José María Martínez Cachero ha declinado realizar declaraciones sobre la memoria de Clarín en el Oviedo franquista. «No conozco la historia», ha dicho.

El 23 de mayo de 1952 el rector dio una conferencia sobre Clarín que LA NUEVA ESPAÑA reprodujo íntegra. Más tarde, entre noviembre y diciembre, la Facultad de Filosofía y Letras organizó un ciclo de conferencias sobre el escritor. David Ruiz cuenta que casi todos los ponentes condenaron «la perniciosa y disolvente subversión de los valores católicos» a través de la obra del autor, especialmente en «La Regenta». El catedrático lo tiene todo documentado. «Emilio Alarcos Llorach trató de exculparse por participar en aquel ciclo vergonzante con el extraño argumento de su doble condición de filólogo y castellano, en supuesta contraposición, al parecer, al Clarín novelista y asturiano». Otro conferenciante, Mariano Baquero Goyanes, en 1946 publicó un artículo en la «Revista de la Universidad de Oviedo» (RUO) lamentando que Clarín fuese un extranjero en su patria, pero «para la conferencia prefirió escabullirse con una temática menos comprometida, conferenciando sobre la técnica narrativa del escritor», explica Ruiz, que añade: «Sólo Francisco Indurain lamentó que Clarín apareciera como anticlerical sin serlo y sólo el jurista José Aparici se atrevió a finalizar su intervención pidiendo serenidad a la hora de juzgar al profesor y escritor».

Finalmente, la prensa también fue escenario de la confrontación sobre Clarín. La batalla se terció entre LA NUEVA ESPAÑA y «Región». El primero, clariniano; el segundo, anticlariniano. LA NUEVA ESPAÑA publicó el citado artículo de Martínez Cachero el 27 de abril de 1952; reprodujo íntegra y por entregas la conferencia «Actitud ante Clarín» del rector Torcuato Fernández Miranda el 23 de mayo de 1952; dio cobertura al posterior ciclo de conferencias celebrado en noviembre y diciembre del mismo año; publicó la noticia «¡Apareció el busto de Clarín!» en 1958 reclamando que «merece otro trato» y se hizo eco de la reposición del busto en el Campo San Francisco. Mientras, en «Región», un cronista, que luego sería director, Ricardo Vázquez Prada, coincidiendo con la reposición del busto, aprovechó un boletín de la Vuelta Ciclista a Asturias para intercalar en el relato que «"La Regenta" era un hermoso cuento de porteras con buena prosa». El mismo diario informó así sobre la reposición del busto: «Ayer, a las cinco de la tarde, se repuso el busto de Leopoldo Alas, "Clarín". Había menos personas de las que pidieron el busto y muchas más de las otras, que también estaban allí».