Marta PÉREZ

Vidas paralelas a la vida real en internet, redes sociales y una retahíla de adolescentes -menores y mayores- que cambian sus declaraciones y que están imputados por intervenir, en mayor o menor grado, en un crimen son los elementos que tienen en común los asesinatos de María Luisa Blanco, de 36 años, el 23 de junio en Vallobín, y el de Marta del Castillo, de 17 años, el 24 de enero en Sevilla.

Aunque Marta del Castillo había desaparecido, seguía viviendo en Tuenti, la red social preferida por los adolescentes. Sus padres descubrieron allí una faceta desconocida de su hija, la de la niña con la tripa al aire que sonreía tumbada encima de su presunto asesino. Las intimidades que Marta del Castillo compartía con sus amistades en Tuenti, sus fotos y las entradas de su blog dieron la vuelta al mundo hasta que el fiscal ordenó cerrar la página. Además, hasta la fecha de su detención, los involucrados bromeaban en Tuenti, como si nada hubiera pasado.

María Luisa Blanco y todos los imputados por su asesinato también eran asiduos de las redes sociales. La mañana siguiente a su asesinato uno de los inquilinos de la vivienda, Cristian M. P., seguía intentando ligar con muchachas -alguna menor de edad- por medio de uno de sus tres perfiles en Tuenti. El mismo perfil en el que María Luisa Blanco le escribió «eres lo mejor que me ha pasado. Dios te ha enviado a mí». En el fotolog -un blog con fotos- de su hermano Pablo Luis B. la joven también escribía cosas cariñosas: «Esto va por el mejor hermano, espero que no cambies nunca, tienes un corazón de oro». Los otros dos imputados, la pareja formada por Jesús V. y Larissa L. también tenían sus fotologs y sus perfiles en redes sociales. Todos vivían en la misma casa, pero para comunicarse, en ocasiones, preferían el ordenador.

Los cambios continuos en las declaraciones también son otro ingrediente común en los crímenes de Marta del Castillo y María Luisa Blanco. El cuerpo de la joven sevillana no ha aparecido porque los imputados han mareado a la Policía con veinte versiones distintas. Los imputados por el asesinato de María Luisa Blanco se inventaron un viaje a Madrid y el pasaje novelado «fui a la nevera a por un zumo y me encontré un cadáver». Luego cambiaron las declaraciones, y no contaron lo mismo a la Policía que a la juez.