Zamora, Tania SUTIL

El Museo de Bellas Artes de Oviedo ha logrado la cesión temporal, por dos años prorrogables, de una colección del escultor zamorano Baltasar Lobo, fallecido en París en 1993. Se trata de trece esculturas, ocho dibujos, una litografía, cartas y fotografías del archivo personal del artista, miembro destacado de la llamada Escuela de París y uno de los grandes escultores del siglo XX.

Esta colección, en la que se incluyen diez cartas del pintor ovetense Luis Fernández, ha estado expuesta en el Museo de Bellas Artes desde el pasado mes de julio.

La cesión a Oviedo de estas obras responde al malestar de la familia Lobo con las autoridades zamoranas, que se muestra decepcionada por la elección de la llamada Casa de los Gigantes de la capital zamorana como sede del legado del autor. Los herederos de Lobo afirman que el objetivo del acuerdo alcanzado con el Museo de Bellas Artes es «difundir su legado allá donde sea posible y en cuantos más sitios, mejor».

Baltasar Lobo nació en Cerecinos de Campos en 1910. Tras iniciar estudios en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, donde descubre su interés por los nuevos lenguajes artísticos, acaba desplazándose a París en 1939, donde decide quedarse para huir del clima de posguerra en España.

Las esculturas de Lobo cedidas a Oviedo son un libro abierto a los lenguajes que utilizó durante su trayectoria. Así, forman parte de la colección algunos bustos de la primera etapa castellana y madrileña, y se aprecia claramente el cambio experimentado con las vivencias parisinas, caracterizado por el diálogo con el arte ibérico que conoció en Madrid.

Otra etapa es la que se caracteriza por la influencia de Henri Laurens, que da paso a las formas sinuosas y al lenguaje organicista que le acompañará ya toda su vida. A éstas hay que sumar un último giro que, aun manteniendo lo orgánico, muestra una tendencia hacia lo abstracto.