Arriondas (Parres), B. M .

Un hombre noble, sincero, muy culto, sensato y, sobre todo, orgulloso de sus raíces. Éstos son algunos de los calificativos con los que ayer decenas de parragueses recordaban y ensalzaban a Rafael Somoano, uno de sus vecinos más ilustres, que fallecía el lunes tras una larga enfermedad.

La iglesia de Arriondas, a la que Somoano rendía gran devoción y cariño, se inundó ayer de vecinos de Parres que quisieron dar el último adiós al deán emérito de la catedral de Oviedo. También se unieron a arropar a la familia de Rafael Somoano los políticos locales, como el alcalde de Parres, Manuel Millán García, quien aseguró que su muerte «es una pérdida muy sentida por todos los parragueses», mientras recordó que Somoano estará presente siempre entre sus vecinos gracias al «maravilloso regalo de la Piedad que preside el altar de nuestra iglesia», destacó el regidor parragués. A los halagos del político se unían todos y cada uno de los vecinos presentes en el templo. Olga Blanco, amiga de la familia, aseguraba que todo el pueblo de Parres «siente y mucho su pérdida». A la hora de rendir tributo a este ilustre parragués, las buenas palabras, el agradecimiento por jamás haberse olvidado de Parres y el cariño que dio siempre a su pueblo se repetían una y otra vez entre los presentes. «Parres pierde a una persona muy importante», añadió Emilio Longo, concejal de Cultura. Tras el funeral por Rafael Somoano, que fue oficiado por varios sacerdotes -entre ellos, el abad de Covadonga, Juan José Tuñón-, los restos mortales de Somoano fueron enterrados en el panteón familiar.