Hay dos Alfonsos II, ambos «el Casto», uno, rey de Asturias en dos ocasiones, el 783, al suceder a Silo en Pravia, y de 791 a 842, y el otro, rey de Aragón de 1164 a 1196. Voy a referirme al primero y a su capitán, Xuan Bances, que lo ayudó a tomar Lisboa en 798 y a vencer a los musulmanes en Narón y en Anceo en 825. A Bances, antes de salir hacia Anceo (cerca de Puente Caldelas, en Pontevedra), le dijo su mujer: «Prométeme, esposo mío, que cuidarás de ti y encontrarás el camino de regreso a Oviedo». Se enojó con ella el militar alfonsino y respondió: «Haces mal en pedirme eso. A Xuan debes rogarle que cuide de sus soldados para que puedan volver al hogar y abrazar a los suyos. Bances no se sirve de sus hombres, les sirve a ellos». Eran otros tiempos; fútbol aparte, hoy los hombres quedamos en casa con los moros, y nuestras mujeres se van a Pontevedra con el Casto.