David ORIHUELA

Francisco Albuerne se jubiló en febrero, y puestos a buscar una actividad en la que matar el tiempo la encontró en la afición de su esposa, Carmen Gutiérrez, entregada al encaje de bolillos. Así que ahí estaba ayer el pixueto entre más de mil mujeres en las carpas instaladas en la losa de Renfe. El VII encuentro anual de encajeras, organizado por la asociación de Oviedo con la colaboración del Ayuntamiento, sirvió para que el hombre mostrase en público lo que ha aprendido en los dos días que lleva bordando. «Es una manera de pasar el tiempo, y así me hace compañía en los encuentros», explica la mujer.

El de Cudillero es de los pocos hombres que saben, o al menos lo intentan, bordar con bolillos. Carmen Gutiérrez explica orgullosa que «hay muy pocos hombres que se dediquen a esto», pero advierte de que los que lo hacen «son muy buenos».

Las carpas que la semana pasada sirvieron para la celebración de La Ascensión alojaron ayer a más de un millar de encajeras llegadas de toda España. En el encuentro estaban inscritas mil, pero hasta las carpas se acercaron bastantes más mujeres, muchas de ellas sin inscripción previa, como explicó Rosa Estrella Brasera, la presidenta de la asociación de encajeras «Ciudad de Oviedo» (Oscus), que ayer ejerció de nerviosa anfitriona.

La novedad más destacada de este año fue la participación de un grupo de encajeras llegadas desde la localidad extremeña de Hinojosa del Valle, y que en Oviedo celebraron un taller para enseñar a sus compañeras un tipo de bordado único en el mundo. Las amantes del bordado se sumaron a la apuesta de la ciudad para convertirse en capital europea de la cultura en 2016, un apoyo que destacó la concejala ovetense Silvia Junco, que acudió al encuentro de la losa.