Chus NEIRA

José Luis Marín de la Iglesia es ingeniero, y desde su empresa Gateway, en Valladolid, ha asistido a los profundos cambios que Internet ha generado en la sociedad. Su reflexión sobre lo que la red ha dejado y está por dejar acaba de convertirse en libro: «Web 2.0; una descripción muy sencilla de los cambios que estamos viviendo» (Netbiblo). Ayer lo presentó en Oviedo, en la Escuela de Ingeniería de Informática.

-Este libro se llama «Web 2.0» pero no trata sólo de la red social.

-De hecho sólo se toca en el último capítulo. El libro es más bien una reflexión sobre los cambios que ha traído Internet en estos quince años, y en especial en los últimos siete, de los que las redes sociales no son más que uno de los vértices.

-¿La conclusión?

-Que la web es el invento más exitoso de la humanidad y ha afectado por completo a nuestras vidas.

-¿Más que la imprenta?

-En términos de rapidez, desde luego. La penetración de la imprenta duró siglos. La web nació, por poner una fecha, en 1989, y hoy están conectadas 1.500 millones de personas en el mundo. La web, en términos de rapidez y de penetración es más exitosa y ha tenido más impacto. Lo que todavía está por valorar son las consecuencias.

-Hay escépticos que no ven en la web más que una nueva tecnología y convencidos que hablan de un nuevo paradigma. ¿Dónde está usted?

-En los observadores. Es un hecho que Internet ha invadido todos los ámbitos, y aunque en los noventa pudiera haber escépticos, a día de hoy los cambios están ahí. Hay que comprenderlos y adaptarse.

-¿También cambios a peor?

-Siempre se ha tratado de destacar el lado negativo, pero a mí lo que me gusta es que la Web es un instrumento igualador. Permite la comunicación persona a persona, elimina intermediarios y permite desarrollar capacidades y conocimiento como ninguna otra tecnología anterior.

-Entonces, más que tecnología.

-Va mucho más allá. Porque es una nueva tecnología que no se limita a una cuestión, como la de la producción, por ejemplo. Modifica las relaciones con los gobiernos, las relaciones personales, la forma de trabajar... No hay aspecto de nuestras vidas que se escape a la red.

-¿Acabará por modificar, incluso, la especie humana?

-No sé si llegará a eso, pero está claro que la generación de los veintitantos, la marcada por la Web, según confirman varios estudios, ya ha modificado su manera de aprender, por ejemplo. Han crecido con el ordenador conectado y lo han hecho con otra forma de relacionarse, de colaborar, capaces de prestar atención a múltiples estímulos. Han modificado sus procesos de aprendizaje hasta tal punto que en algunas empresas tienen que dar cursos a recursos humanos para que aprendan a relacionarse con esta nueva generación, porque tienen otra forma de comportarse.

-Se dirá que tampoco son capaces de concentrarse ante un discurso lineal.

-El pensamiento general dice que eso es un problema, pero si son 2.000 millones de personas que se comportan así, quizá se vea desde otra óptica cuando todos ellos hayan llegado a su edad adulta y lleguemos a otros valores. Ante esa falta de atención tienen otras capacidades, como la de colaborar, la capacidad de desarrollar proyectos en común. Quizá haya que adaptar los procesos de enseñanza, basados en discursos lineales de tecnologías lineales.

-¿Podrá acabar algún día la utopía de Internet, libre y expansiva, tal y como hoy la conocemos?

-Por su propia concepción tecnológica Internet es libre y está descentralizado. Eso ha hecho que surjan cosas que no gustan o que se genere, incluso, delincuencia. Pero no podemos caer en el peligro de cortar la libertad para eliminar lo malo.

-¿Hay ese peligro?

-El ejemplo más claro está en todo lo que pasa con la propiedad intelectual y la amenaza que supone para determinados lobbies. De ahí surgen intentos de cortar las libertades en Internet, como la Ley de Economía Sostenible, que contempla que se cierre una página sin orden judicial. Pero creo que los usuarios no dejarán que se recorte un instrumento igualador que, por otra parte, permite a los ciudadanos organizarse entre sí.

-¿Se controla la red en los estados no democráticos?

-Es más bien un control mental, por miedo, porque Internet no se puede controlar, la tecnología no lo permite. Determinados instrumentos pueden parecer un control, pero luego hay gente que envía información sobre las elecciones en Irán desde el Twitter. Con conocimientos mínimos, cualquiera puede saltarse esos controles.

-En Internet no hay rigor, dicen.

-El conocimiento de la humanidad avanza tan rápido que no se puede comparar con el rigor de una sola persona, aunque sea la más lista del mundo y tenga todo el tiempo para trabajar. La inteligencia colectiva es más fuerte y poderosa que la inteligencia académica o los medios tradicionales.