Argamasilla de Alba es el lugar de cuyo nombre Cervantes no quiso acordarse, aunque el octosílabo «En un lugar de La Mancha» viene del romance «El amante apaleado», y «de cuyo nombre no quiero acordarme» era fórmula usada para comenzar un cuento. En todo caso, según los argamasilleros, el primer boceto de «El Quijote» se gestó en su pueblo, en el angosto sótano de la casa de Medrano, donde asuntos fiscales o de faldas encerraron al Manco, entonces recaudador de alcabalas. A cambio de Bali, Marrakech u Orán, tan chic, sería más castizo y fascinante irnos a algún lugar de La Mancha, muy cerca ahora, con los controladores enfermos y la Guardia Civil desmotivada. De Oviedo a Ciudad Real, a una media de doscientos, nos ponemos en tres horas y poco pico. Y de cazarnos, que nos encierren en las catacumbas de Medrano, a ver si escribimos algo curioso.