Lucía GAYO

La psicóloga clínica y especialista en género Pilar Sampedro Díaz y la psicóloga clínica y terapeuta de la Fundación CESPA-Proyecto Hombre Rosa Pérez Valles participaron ayer en una charla-coloquio sobre género, salud y drogodependencias en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. El acto estuvo presentado por Silvia Junco, concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Oviedo. Entre el público asistente se encontraba Inmaculada González, concejala de Educación, Bibliotecas, Centros de Estudio y Juventud del Ayuntamiento.

«El enfoque de género es una categoría de análisis necesaria si se quiere obtener un diagnóstico de la realidad aceptado», comentó la psicóloga Pilar Sampedro sobre el concepto de género, que además afirmó que «cuando hablamos de género hablamos también de cómo se relacionan los hombres y mujeres en la organización social».

La psicóloga y especialista en género aprovechó la ocasión para explicar que las patologías entre hombres y mujeres son diferentes. «El tipo de patología entre hombres y mujeres son diferentes. Las mujeres tienen más patologías de tipo crónico, sufren más cansancio, más dolor porque tienen más problemas, están en tensión entre los roles tradicionales y los modernos. En cambio los hombres tienen dolores más agudos, sufren más bronquitis y también son más diagnosticados de cáncer. Las mujeres tienen más esperanza de vida frente a peor calidad», explicó Pilar Sampedro Díaz.

Por otra parte, la psicóloga y terapeuta de la Fundación CESPA-Proyecto Hombre Rosa Pérez Valles habló sobre el género y la drogodependencia. «Según un estudio de Nuria Romo, las mujeres usan menos drogas ilegales, aunque el consumo de piscofármacos es mayor que el de los hombres porque es muy fácil llegar a ellos por la vía legal. Las chicas cuanto más jóvenes tienen hábitos de consumo como los masculinos hasta que acepten un rol de cuidado», comentó Rosa Pérez.

También comentó los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres a la hora de acceder a los tratamientos. «En muchas ocasiones las mujeres tienen que superar diferentes barreras para acceder a los tratamientos y cuando no acuden a ellos es por el sentimiento de culpa, por el temor a perder la custodia de los hijos, por falta de confianza y sobre todo si su compañero es drogodependiente», explicó la terapeuta.