David ORIHUELA

Cuando el Ayuntamiento de Oviedo recibió el Palacio de Congresos de Calatrava en Buenavista lo hizo con condiciones. La recepción del edificio es provisional y darle carácter definitivo no será fácil, ya que el Consistorio ha puesto la condición de que la visera, el gran ingenio diseñado para Oviedo por el arquitecto valenciano, debe moverse en el plazo de un año. Así se lo exige el Ayuntamiento a Jovellanos XXI, empresa promotora del complejo de Buenavista y que una vez concluido tiene una concesión para gestionar el Palacio de Congresos durante 50 años. El complejo fue bendecido, que no inaugurado oficialmente porque lo impedía la ley electoral, durante la campaña de los comicios autonómicos y locales del pasado 22 de mayo.

La condición impuesta por el Consistorio se dio a conocer ayer en la última sesión del juicio cambiario que enfrenta a Fiaga, la constructora del Palacio de Congresos, y la Unión Temporal de Empresas (UTE) Buenavista, en la que se integran Tradehi y Augescón, que fue subcontratada para montar la estructura metálica del complejo, tanto las alas en las que están las Consejerías del Principado como la visera del edificio.

La UTE Buenavista reclama el abono de un pagaré de 660.000 euros. Eso es lo que figura en la demanda, pero las tres sesiones del juicio, que ayer quedó visto para sentencia, derivaron en un análisis de las causas por las que no se mueve la visera del Calatrava. El abogado de Fiaga, Alberto Bernardo, fue el que puso sobre la mesa la condición exigida por el Ayuntamiento. «El Ayuntamiento dice que la obra es apta para su utilización pero da un año a la UTE Buenavista para que la visera sea móvil», apuntó. Bernardo mantiene que la movilidad de la visera «es exigible» a la UTE porque fue la adjudicataria de la obra. La letrada de la subcontrata Paula García lo negó, ya que en su opinión el problema es de Jovellanos XXI que es la promotora y es a esta empresa a la que el Ayuntamiento le ha puesto la condición para la recepción final de la obra. Además argumentó que la empresa a la que representa fue expulsada de la obra y se rescindió su contrato.

En este punto surgen las preguntas que se hizo Bernardo. Al margen de quien sea responsable ¿es un año tiempo suficiente para solucionar el problema?, ¿es económicamente viable?, ¿quién debe ejecutar la obra necesaria para que se mueva la visera? Una de las preguntas se respondió a medias el miércoles en la primera sesión del juicio. Arreglar la visera cuesta, según el arquitecto de Fiaga, Carlos García, más de seis millones de euros. Si es viable o no lo debería decir la empresa.

Para Paula García, en realidad la visera no se mueve porque Jovellanos XXI no ha querido. «Este juicio es una excusa porque Fiaga y Jovellanos XXI -ambas de las familias Cosmen y Lago- nunca tuvieron la intención de que la visera se moviera», espetó García en su turno de exposición de conclusiones. La visera no se podía mover porque se rompen las soldaduras entre el arco y las costillas móviles. Así ocurrió hasta en tres ocasiones hasta que el pasado mes de febrero se decidió que la visera quedara fija, al menos de momento.

La solución está encima de la mesa y la puso el mismo Santiago Calatrava. Se trata de colocar 1.536 piezas para proteger las soldaduras y que las fisuras no pongan en peligro el ingenio. Cuando el arquitecto lo propuso se estudió, pero se desestimó porque el tiempo apremiaba y había que inaugurar el Palacio de Congresos. Este es uno de los argumentos de la UTE para asegurar que fue Jovellanos XXI quien no quiso que se moviese la visera, porque se podía haber hecho esa obra.

La cuestión es que la guinda del pastel no funciona. Oviedo no verá de momento cómo se mueve la visera del edificio que más ha dado que hablar en la ciudad en los últimos años.