L. S. NAVEROS

Reyes, papas, cadáveres, cementerios y epitafios. La periodista Nieves Concostrina, popular por su espacio «Polvo eres» en Radio Nacional, presentó ayer su obra «Se armó la de San Quintín» en la carpa de Libroviedo, llena a rebosar de oyentes devotos. Las historias que se esconden dentro de la Historia es el material que ha ido rescatando Concostrina, para ofrecer a sus oyentes -y a sus lectores- anécdotas curiosas y esclarecedoras sobre la naturaleza del ser humano y, también, del poder. «Si hubiera contado estas cosas en otra época habría acabado atada a un palo en la hoguera», asegura la periodista, que fue presentada por José Luis Remis y el presidente de la Asociación de Libreros, Luis Martín.

«Se habla mucho del Rey y del elefante, pero eso es algo que ha ocurrido siempre. Ahora se sabe por la revolución tecnológica y porque ya no hay censura previa, pero esas cosas siempre pasaron. Nos vendieron bodas reales edulcoradas que nada tienen que ver con la realidad. El famoso Alfonso XII, rendido de amor por su prima adolescente María de las Mercedes, en realidad, pasó la noche anterior a su boda con su amante, la cantante de ópera Elena Sanz, con la que tuvo dos hijos. O la historia de las historias de amor, el rey que abdicó por Wallis Simpson era en verdad un Windsor partidario del nazismo, y al Reino Unido le vino genial que se enamorara de una divorciada. Si no hubiera sido tan oportuno, las dificultades se habrían solucionado», enumeró Concostrina, que reivindicó una forma más amena de contar la historia «para que los niños de 12 años que la aprenden en la escuela no la odien».

Famosa por sus anécdotas sobre muertos y epitafios, la periodista contó que llegó a interesarse por ese aspecto del ser humano -«pura antropología»- cuando tras el cierre de «Diario 16» se encontró en paro y sólo logró trabajo en una revista de funerarias. Así descubrió un mundo lleno de posibilidades, «porque hay personas con historias más interesantes de muertos que de vivos». Recuperadora, también, de epitafios que la gente envía a otro programa de Radio Nacional, recordó algunos de los que más le llamaron la atención: en un cementerio de Ávila hay una lápida de la que sale la figura de una mano cerrada con el dedo corazón hacia arriba. Toda una declaración de intenciones del finado.