E. VÉLEZ

«Quería ir a Gijón desde la Ronda Sur y acabé dando mil vueltas sin saber dónde está la salida». Un conductor desorientado intentaba ayer encontrar la autopista en mitad de Villafría tras haber entrado por error al barrio desde un acceso situado unos metros antes de la glorieta de Fozaneldi, en sentido descendente. La señalización de este tramo de la ronda de circunvalación de la ciudad es, según los vecinos de la zona, «equívoca y muy deficiente para los conductores».

La nueva entrada a Otero y Villafría se inauguró hace menos de un año, y sirve de acceso a varias urbanizaciones de reciente construcción que han aumentado la superficie de los dos barrios. Sin embargo, desde entonces, son muchos los conductores que toman la salida sin habérselo propuesto y acaban en lo que ya se conoce popularmente como «la ratonera de Oviedo». Una vez dentro, hay dos formas de enlazar con la autopista: a través de Villafría para llegar a la carretera del cementerio, o bien, conducir hasta el barrio de La Tenderina.

Las consecuencias de los despistes las conoce bien César Fernández, propietario de una peluquería masculina en la calle Luis Álvarez Fueyo, justo al inicio del nuevo acceso a Villafría; «al principio entraba en la peluquería una media de diez personas diarias totalmente despistadas para preguntar dónde estaban y cómo podían reengancharse a la autopista». En algunos casos, la solución de los conductores para regresar a la Ronda Sur es muy drástica e infringe la ley. «He llegado a ver un camión articulado cargado de troncos entrar por esta calle y, al darse cuenta de que se había confundido, dio la vuelta en la primera glorieta del barrio y condujo en dirección contraria hasta salir otra vez a la ronda», asegura Fernández.

Además del cartel que se levanta sobre la Ronda Sur, la Policía completó hace unos meses la señalización de la entrada a Otero y Villafría instalando varios indicadores en la carretera, pero según los vecinos, «no sirven de nada».

En otro punto de la ciudad, en el tramo final de la carretera de Olivares, junto al alto de Buenavista, los conductores se encuentran ante otro dilema. Una callejuela, de uso peatonal y que termina en una escalera de dos metros de altura, se ha convertido en una trampa sin salida para algunos vehículos, ya que el firme de asfalto se asemeja al de una carretera.