Chelista noruego

Javier NEIRA

El violonchelista noruego Truls Mork, considerado como uno de los mejores del mundo, ofrecerá hoy en Gijón -en el teatro Jovellanos, a las ocho, con entradas a 24 y 29 euros- el concierto de Dvorak con la OSPA, dirigida por el maestro Perry So. Mañana repetirá en el auditorio de Oviedo, a la misma hora. Mork ganó el Concurso Tchaikovsky en Moscú, en 1982; el premio «Unesco» en el Concurso European Radio-Unión en Bratislava, en 1983, y el Concurso Naumberg de Nueva York, en 1986. El año pasado recibió el premio «Sibelius» y el Premio de la Crítica Noruega.

-¿Qué versión vamos a oír?

-El violonchelo está visto como uno de los instrumentos más románticos, pero, curiosamente, los compositores románticos no escribieron apenas para violonchelo. El concierto de Dvorak es realmente el único para el instrumento dentro del romanticismo y del gran concierto. Brahms, cuando lo escuchó, dijo que si hubiera sabido que era posible componer algo así para chelo sin duda lo habría intentado.

-¿Por qué?

-Pensaban que el chelo iba bien dentro de una orquesta, pero no lo veían como solista. Incluso Tchaikovsky rechazó escribir un concierto para violonchelo cuando se lo propusieron y entonces fue cuando hizo las variaciones sobre un tema rococó con una orquesta pequeña. Así que el concierto de Dvorak es la piedra de toque para cualquier violonchelista.

-¿Cómo es?

-Lo escribió al final de su vida cuando estaba en Nueva York y buscaba cosas y hechos en su vida anterior de artista. Estaba lleno de añoranza por su vida pasada, el concierto está lleno de nostalgia por Chequia. Es muy rico de emociones y en la base anida el recuerdo de algo pasado que posiblemente está perdido ya sin remedio. Al final del concierto añade una melodía dedicada a su cuñada. Antes de terminarlo esa señora falleció. Le gustaba mucho una melodía típica checa que había escrito años antes y en homenaje a su cuñada todo el último movimiento va encaminado a encajar ahí esa melodía.

-Si me lo permite, creo que el concierto tiene más bien el sonido «nuevo mundo», como la famosa sinfonía, y por eso un gusto muy americano.

-Pues yo lo siento muy checo. No encuentro melodías que puedan estar relacionadas con las raíces americanas. Tengo una copia del manuscrito de la partitura con anotaciones muy precisas. Pone, por ejemplo, que se ha desatado una tormenta en Nueva York mientras escribe, como si fuese música programática.

-Lo conoce a fondo sin duda.

-A lo largo de los años lo he tocado muchas veces. Es la pieza que de alguna manera me llevó a tocar el violonchelo. Es parte de mi mismo. Hay muchos personajes en la pieza y técnicamente y artísticamente es preciso ser capaz de retratarlos a todos. Supone un fuerte desafío.

-¿Existe una escuela escandinava de violonchelo?

-No tenemos una tradición muy larga como es el caso de España con Pablo Casals. Muchos de los músicos que conozco de Escandinavia se han dedicado a trabajar y a reunir ideas provenientes de diferentes países, lo cual puede ser una ventaja. No pertenecen a una tradición que esté realmente muy estructurada y eso les da a cambio mucha libertad.

-Prefiere tocar un concierto como el de Dvorak, música de cámara, formar un dúo...

-¿Tengo que escoger?

-Sí.

-Prefiero no escoger.

-Así que le gusta todo.

-Sí, claro.

-¿Cómo es su instrumento? ¿Tiene varios?

-Ojalá tuviese varios. Llevo toda mi carrera, veintisiete años, con este chelo. Cuando era joven el instrumento era mejor que yo y fue muy inspirador tenerlo, me ayudó a encontrar muchas cosas. Ahora es mi propia voz, mi propio color, mi guía de expresión.

-Supongo que no será fácil andar de avión en avión con un instrumento tan grande.

-Puedo contar muchas historias sobre lo complicado que es viajar con un chelo. Hay que comprar un asiento para él y las compañías aéreas siempre lo ven como algo extraño. Una compañía noruega el pasado noviembre dijo que ya no aceptaba más chelos por problemas de seguridad. Se formó un gran revuelo. Al final dieron marcha atrás, pero insistiendo en que no les gustaba. Me preguntó un periodista, dije que era tan complicado viajar desde Noruega que a lo mejor me tenía que mudar de país. En el titular salió que amenazaba con irme de mi país y a la aerolínea le impacto mucho esa declaración.

-¿Cómo son las manos de un violonchelista?

-Puede ver lo deformadas que están la yemas de los dedos de la mano izquierda. Un médico me dijo que estas deformaciones eran como las de las personas que tenían tuberculosis. Bueno, si me va mal en la carrera musical pueden ponerse como ejemplo de una larga enfermedad.