Javier NEIRA

La tertulia se celebró en la tarde del pasado lunes, en Oviedo, en el auditorio Príncipe Felipe.

JUAN MARGARETO. Esta ópera había levantado mucha expectación. Me gustó mucho. Ya desde el inicio toda la trama queda presentada. La escena fue fantástica. Iba prevenido porque la misma directora de escena, Mariame Clément, fue la que presentó aquí «El barbero de Sevilla» hace unos años y, la verdad, aquello fue horroroso. Esta vez, sin embargo, salí encantado. Escena ágil, mucha luz y las cuatro horas y veinte me pasaron volando. La tragedia casi tiene gracia porque el planteamiento es divertido, alegre y original. La música también me gustó, aunque es un poco repetitiva. Todo muy agradable y en absoluto cansado.

REMEDIOS MORÁN. Sí, las cuatro horas y media o casi me pasaron muy rápido. La presentación era muy estimulante a la vista. La verdad es que no asistí condicionada, aunque aquel «Barbero» contaba, para bien o para mal. No fui predispuesta y todo fue fácil, estimulante y acertados los vídeos, que subrayaron la acción.

JUAN MARGARETO. Los vídeos acompañaban mucho, de eso no hay duda. El despacho inicial, y todo lo demás, en el estilo de las teleseries como «Dallas», fue un acierto. El planteamiento fue acertado, otra cosa es que haya gustado o no, que ahí es imposible la unanimidad.

REMEDIOS MORÁN. Desde el punto de vista emocional, que quizá sea el más importante, la información no llega sólo a través de la música. Por eso los vídeos, una constante en la escena, han sido muy importantes. Completaron mucho lo que le llegaba al público.

JULIO CARBAJO. No soy especialmente dado a la música barroca o al menos a la ópera barroca. Es dura, así que fui con cierta resignación a la función. Cuenta que en los últimos años hemos visto en el Campoamor óperas barrocas magníficas como «Ariodante» o «Alcina». Cuando las óperas son ásperas al oído o al gusto, es acertado que se plantee, con la escena, un espectáculo digerible. Concretando, la escena que vimos era transgresora respecto al libreto y alejada temporalmente. Mariame Clément, directora de escena, hizo un planteamiento interesante. La estética de las series de televisión fue acertada, con la traslación de la acción del emperador Claudio a las pugnas en una multinacional del petróleo. La historia trata del poder y la sucesión, cuestiones eternas. Ahí el sexo siempre ha sido clave. Por todo eso la traslación no chirrió.

ALICIA LASPRA. Me encanta la música barroca. Mil veces oiría «Agrippina». Dicho lo dicho, creo que no merecimos ver esas escenas tan desagradables. La transposición no fue molesta, pero las escenas, sí. Como esa que mostraba una pantalla con una mujer venga y venga a fumar. Tampoco me gusta ver comer y se pusieron imágenes comiendo.

JUAN MARGARETO. Bueno, en la escena de Nerón con su madre a la mesa.

ALICIA LASPRA. Me refiero especialmente a la pantalla. A veces dejé de mirar. Y al final, las imágenes que se pusieron, con gente asesinada a balazos como si fuese «El padrino», tampoco me gustaron. Sé de otras personas que tampoco miraron durante buena parte de la representación. Me gustó el escenario cambiante, aunque tanta variación resultó estresante. Cambiaban casi a cada aria. Si se pretendía hacer algo rompedor con las imágenes, fue de mal gusto. Marchó mucha gente ya en el primer descanso.

JULIO CARBAJO. Quizá se fueron por la música de Haendel.

ALICIA LASPRA. El director, que además tocaba el clave, magnífico. Pero meten cosas vulgares, como Ottone con aquella pinta en la cama, que parece que se pretende estropear la música.

JUAN MARGARETO. Como la escena de la depilación en aquel «Barbero». El domingo, sin embargo, no tuve esa impresión.

JULIO CARBAJO. El público del Campoamor es muy sensible a las escenas de sexo, pero a diario se ven cosas más explícitas en televisión. Creo que hay cierta estrechez de miras.

JUAN MARGARETO. No es lo mismo en vivo que en televisión.

JULIO CARBAJO. La ópera se debe a la trama. Esta historia es terrorífica y algo de eso se vio en las imágenes finales.

JUAN MARGARETO. Pusieron al final unos letreros, tan americano, informando sobre lo que les ocurrió con el tiempo a los personajes.

REMEDIOS MORÁN. Yo esperaba incluso unas tomas falsas. Habrían encajado.

ALICIA LASPRA. Es que no es cine, es ópera. Todo muy original, pero fuera de lugar.

JULIO CARBAJO. Por apuntar errores, la sala de juntas era mínima y lo mismo el despacho.

ALICIA LASPRA. Hay que destacar, entre lo positivo, la buena iluminación de las estancias, pero, por el contrario, a los operarios casi los vimos más que a los cantantes. De ahí los aplausos. En todo caso, han logrado que no hablemos de la música.

JUAN MARGARETO. Bueno, pues Bonitatibus y Tsallagova estuvieron siempre espléndidas.

REMEDIOS MORÁN. Siempre cantando de forma superior.

JULIO CARBAJO. Lo mismo la mezzo Serena Malfi.

ALICIA LASPRA. Sí, una gran actriz también. A Xabier Sabata, que hizo de Ottone, le pediría más fuerza.

JUAN MARGARETO. Bueno, ya lo conocíamos.

REMEDIOS MORÁN. Estuvo un poco por debajo de lo preciso, le conviene tener más garra.

ALICIA LASPRA. Para fuerza y voz, Tsallagova. También destacó Pablo Zapico con el archilaúd. Bonitatibus ha sido la gran estrella.

JULIO CARBAJO. Pietro Spagnoli, como Claudio, mostró un buen centro de voz. Cantó muchas arias y supo dosificarse.

JUAN MARGARETO. Le pediría más volumen y mejores notas graves.

REMEDIOS MORÁN. Mejor estuvo lo humorístico que lo dramático.

«Pietro Spagnoli, como Claudio, mostró un buen centro de voz»

<Julio Carbajo >

Profesor de Derecho

«Creo que no merecimos ver esas escenas tan desagradables»

<Alicia Laspra >

Profesora de Filología Inglesa

«Bonitatibus y Tsallagova estuvieron siempre espléndidas»

<Juan Margareto >

Ingeniero de minas

«Los vídeos completaron mucho la información que llegaba al público»

<Remedios Morán >

Diseñadora